Ciencia Nueva. Revista de Historia y Política | e-ISSN 2539 - 2662

Vol. 5 Núm. 1 Dossier | Enero - Junio de 2021 - Pereira, Colombia





Ciencias Políticas

DOI: https://doi.org/10.22517/25392662.24487 - pp 121-141



La cultura política y de participación en la República de Colombia


The political culture and participation in the Republic of Colombia


Recibido: 23 de septiembre de 2020

Aceptado: 20 de mayo de 2021



Resumen


En este artículo se hace una reflexión sobre la forma en la que se ha conformado la cultura política en Colombia, por lo que fueron revisadas las encuestas sobre cultura política que ofrece el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los informes de la Corporación Latinobarómetro de 2017 y 2018 y las bases de resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE). El estudio expone las razones por las cuales los colombianos reflejan sentimientos de frustración y apatía política, y plantea sus preferencias por líderes carismáticos de corte conservador. Igualmente, se describen los hábitos y motivaciones que expresan los miembros de las juntas de acción comunal (JAC) al tiempo de explicar las interrelaciones que llevan a cabo con las autoridades representativas. Por último, se aborda acerca de la implementación de prácticas en defensa del medio ambiente que han asumido pobladores de sus zonas rurales.


Palabras clave: cultura política, comportamiento electoral, participación ciudadana, valores comunitarios.


Abstract


This article presents a reflection on the way that has shaped the political culture in Colombia, for that reason were reviewed surveys on political culture offered by Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), the reports of Corporación Latinobarómetro from 2017 and 2018 and the results bases of Consejo Nacional Electoral (CNE). The study exposes the reasons why Colombians reflect feelings of frustration and political apathy, and about their preferences for charismatic leaders of a conservative nature. Likewise, the habits and motivations expressed by the members of the community action boards (JAC) are describe while explaining the interrelations they carry out with the representative authorities. Finally, it deals with the implementation of practices in defense of the environment that residents of their rural areas have assumed.


Keywords: political culture in Colombia, electoral behavior, citizen participation, community values.


Introducción


El presente trabajo tiene como objetivo presentar las razones por las cuales los colombianos reflejan sentimientos de frustración y apatía en cuanto a la actividad política, al tiempo que mantienen preferencias por líderes carismáticos de corte conservador. De la misma forma, se explican las principales motivaciones, hábitos e interrelaciones políticas que expresan algunos integrantes de las juntas de acción comunal (JAC), y se aborda acerca de la implementación de prácticas en defensa del medio ambiente de productores campesinos de zonas rurales del Valle del Cauca y del Norte de Santander.


Para esta investigación, se considera «cultura política a las orientaciones que tiene el ciudadano sobre política, actitudes hacia el sistema político y sus diferentes partes, y actitudes hacia el papel del individuo en el sistema»1. Asimismo, se revisaron una serie de datos que tienen que ver con el comportamiento electoral, las percepciones ciudadanas en relación a la democracia, el régimen de gobierno, las instituciones políticas y las expectativas económicas.


Debemos considerar que el concepto de cultura política trata de descifrar cómo las sociedades comprenden su organización, creencias, percepciones, tradiciones y formas de poder en torno a lo político. Es decir, la manera en la que las comunidades expresaron un componente subjetivo sobre la forma y fines deseables que debía tener el accionar político.


Una primera aclaración en cuanto a la cultura política es mencionar que esta lleva implícito la noción de cultura de participación ciudadana, pues el nivel de participación e involucramiento del ciudadano en los asuntos públicos es un indicador más para conocer y evaluar el grado de cultura política.


Para realizar la presente investigación, se revisaron las encuestas sobre cultura política que ofrece el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los informes de la Corporación Latinobarómetro de 2017 y 2018 y las bases de resultados que sobre comportamiento electoral ofrece el Consejo Nacional Electoral (CNE). De igual forma, se realizaron una serie de entrevistas a ciudadanos de ese país para conocer sus sentimientos, conocimientos, opiniones y juicios sobre el sistema político. Se realizaron entrevistas a participantes de la JAC de la Alcaldía de Bosa al sur de Bogotá y de la ciudad de Bucaramanga en el departamento de Santander con el propósito de evaluar el grado de cultura política que se ha generado al interior de estas. Por último, se aplicaron entrevistas y se realizaron observaciones de las principales actividades de algunas asociaciones y movimientos campesinos de zonas rurales del Valle del Cauca y del Norte de Santander.


Este trabajo se realizó bajo un enfoque cualitativo, con la revisión documental de los datos recabados de las encuestas de Latinobarómetro y de la encuesta sobre cultura política que ofrece el DANE. Además, la serie de entrevistas aplicadas en el presente trabajo se aplicaron con el objeto de dar respuesta acerca del cómo y de qué forma se produce la cultura política en ese país.


Se adoptó este enfoque cualitativo a razón de que sus principales características se adecúan a las situaciones que se desean comprender en la investigación como lo es la identificación de las perspectivas de los ciudadanos, sus percepciones y valorizaciones de su realidad política2. La valorización de los datos permitió darles direccionalidad y posibilitó contrastar de mejor forma la información obtenida de cara al objetivo de la investigación.


Aclaraciones conceptuales


Para comenzar, debemos considerar que el concepto de cultura política es un derivado de dos expresiones, sin ser univocas las podemos definir de la siguiente manera: el término cultura es entendido como la serie de creencias, símbolos, reglas, costumbres, mitos, leyendas, rituales y manifestaciones sociales que hacen parte fundamental de los miembros de una comunidad, los cuales orientan su proceder con base en ellas. En cuanto a la política, en su orientación clásica, se refiere al arte de gobernar fiel y desinteresadamente a los pueblos, a las relaciones que se mantienen entre el poder y la autoridad con el ciudadano, o bien a la destreza de desarrollar los asuntos públicos para lograr bienestar común.


Por su parte, el concepto de cultura política ha tenido variaciones desde sus inicios en los años cincuenta hasta la actualidad, con lo que se le han sumado nuevas variables de medición. Desde un principio se trató de descifrar cómo las sociedades comprendían su organización, creencias, percepciones, tradiciones y formas de poder en torno a lo político. De la misma manera, desde un inicio las comunidades expresaron un componente subjetivo sobre la forma y fines deseables que debía tener el accionar político.


Una primera aclaración en cuanto a la cultura política es mencionar que esta lleva implícita la noción de cultura de participación ciudadana, pues el nivel de participación e involucramiento del ciudadano/a en los asuntos públicos es un indicador más para conocer y evaluar el grado de cultura política como veremos a continuación.


La concepción de la cultura política nace en los años cincuenta en los estudios políticos de los Estados Unidos, como respuesta a la teoría marxista sobre la ideología dominante y conciencia de clase, para posteriormente establecerse dentro del contexto de estudio sobre la teoría empírica de la democracia3. En el trabajo The Civil Culture, Almond y Verba expresan que «la cultura política se refiere a las orientaciones que tiene el ciudadano sobre política, actitudes hacia el sistema político y sus diferentes partes y actitudes hacia el papel del individuo en el sistema»4.


Dentro de la corriente de la democracia liberal, Almond y Verba vincularon orientaciones del sujeto hacia la política, como son las relaciones o aspectos subjetivos interiorizados en el sujeto respecto a los asuntos políticos. Además de su orientación a los objetos políticos propiamente entendidos como son las instituciones gubernamentales, los procesos y procedimientos políticos, además de los actores políticos5.


En el trabajo de The Civil Culture, Political Attitudes and Democracy in Five Nations6¸ los autores reconocen tres tipos de orientaciones políticas (cultura política), las cuales definen como a) cognoscitiva: basada en la información y conocimiento que un individuo tiene sobre el sistema político en su conjunto y sobre sus roles y sus actores en particular; b) afectiva: la cual se basa en los sentimientos que tienen los ciudadanos en relación al sistema político, los que pueden tener características positivas de apego o negativas de rechazo, y c) evaluativa: que se refiere a los juicios y opiniones que la población tiene acerca del sistema político. Con base en estas orientaciones, describen tres tipos puros de cultura política: a) la cultura política parroquial, en esta los individuos están poco enterados de las acciones políticas y saben poco del gobierno y sus funcionarios. No participar en los asuntos públicos pues se consideran incapacitados para incidir en la vida política del país; b) la cultura política de súbdito o subordinada, aquí los individuos son conscientes de la existencia de un sistema político, pero se consideran subordinados del mismo. Los ciudadanos efectúan acciones determinadas por el propio gobierno como atender las medidas y políticas a cambio de ciertos beneficios, y c) la cultura política participativa, este tipo de cultura política corresponde al ciudadano que esta consiente del sistema político nacional y se muestra interesado en la forma como opera dicho sistema. En ella, el ciudadano considera que pueden contribuir con el sistema y que tienen capacidad para influir en la formulación de las políticas públicas.


La discusión sobre la cultura política tuvo nuevos elementos en los años ochenta con el desarrollo de la industrialización capitalista. Por tal motivo, fueron reconocidos como variables el nivel de educación y el acceso a mayores medios de comunicación. En este contexto aparecen teóricos como Ronald Inglehart7, el cual considera que la cultura política es más bien una variable decisiva ligada al desarrollo económico y a la democracia moderna.


Inglehart desarrolló una teoría basada en el modelo de «la jerarquía de las necesidades»8. De acuerdo con ella, el hombre tiene necesidades prioritarias que satisfacer y, en ese caso, no se plantea sino cubrir necesidades elementales de orden sicológico, lo que denomina como valores materialistas. En cambio, cuando tiene garantizadas su seguridad y su subsistencia descubre necesidades de otro orden, como la pertenencia a un grupo, la realización de sí mismo, la satisfacción de intereses intelectuales o estéticos, es decir, reivindica valores posmaterialistas9. Sustentado en ello, se aplicaron a la operación de variables situaciones como los intereses socioculturales de la confianza interpersonal, la tolerancia, la igualdad, el activismo, entre otros.


En los años ochenta, los estudios acerca de la cultura política identificaron en las encuestas aplicadas que el nivel de vida expresado en seguridad económica y satisfacción material operaba de forma medular en el grado de cultura política del individuo, por lo que agregaron a los cuestionarios reactivos sobre el índice de desarrollo humano (IDH).


Con nuevas tendencias en el estudio de la cultura política aparece Norbert Lechner, quien plantea que la cultura política se ha estudiado con base en las creencias y preferencias expresadas en encuestas de opinión, las cuales resultan incompletas al no investigar situaciones como el sistema de valores, las representaciones simbólicas y los imaginarios colectivos, evidencias que el sujeto no verbaliza en cuanto a su entorno político, pues las considera normales10.


Con esta premisa, la antropología social abordó estudios sobre la cultura política, agregando una complejidad de elementos de estudio como las construcciones simbólicas e imaginarios sociales para reconocer el tipo de cultura política del sujeto. Con esto, desde algunas perspectivas antropológicas, «la cultura política fue considerada como el conjunto de formaciones simbólicas e imaginarias, mediante las cuales los individuos viven y representan las luchas por el poder y las competencias por el dominio de los sistemas decisorios»11.


Dentro del análisis antropológico sobre la cultura política se destacan los trabajos de Krotz, autor que estudia la relación entre política y significado, los vínculos entre los candidatos y redes electorales, la forma en la que se construye la legitimidad, además de ubicar a la evolución social y cultura global12.


Podemos resumir que las contribuciones de la antropología social al análisis político van en varios sentidos. Uno encargado de desanclar la visión occidental de la cultura política expuesta por Almond y Verba13, cuyas pautas están orientadas en definir la orientación de los sujetos hacia los objetos políticos de una nación basado en tipos ideales de la cultura política democrática anglosajona (Inglaterra y Estados Unidos). Con esto, se construyó una versión elitista de la democracia con principios normativos, bajo los cuales deben compararse las realidades culturales de otras naciones14.


De igual forma, la literatura antropológica proporcionó mayor significación al análisis simbólico de la política y a las complejidades culturales, las que son difíciles de apreciar por medio de muestreos enerales. La antropología social considera que no es del todo posible inferir aspectos culturales por medio de la aplicación de técnicas cuantitativas, ya que según los autores es muy poco probable acceder a los significados de la política a través de preguntas cerradas15.


Con la incursión de la antropología social en los análisis sobre cultura política en América Latina, sobre todo en el tema de la transición a la democracia, se comenzó a tomar en cuenta varias construcciones simbólicas, como el clientelismo, el populismo, la apatía política, el antipartidismo y el anticonstitucionalismo16.


En resumen, la ciencia política estableció en un inicio los parámetros acerca de la información, conocimiento, sentimientos, juicios y opiniones que un individuo tiene sobre el sistema político en su conjunto para evaluar a la cultura política17. Posteriormente, se agregaron variables sobre satisfactores económicos, sociales y psicológicos18. Incluso, algunos estudios sobre el tema agregaron variables de tipo cuantitativas referentes al Índice de Desarrollo Humano para categorizar el tipo de cultura política. Por último, se integraron las aportaciones de la literatura antropológica para agregar a las encuestas indicadores que observan situaciones como los imaginarios colectivos y construcciones simbólicas19.


Cultura política de participación electoral en Colombia


Primeramente, es indispensable conocer sobre la participación política en los procesos electorales, ya que es considerada un tema central para evaluar la cultura política de una sociedad, pues el comportamiento electoral implica una serie de reflexiones acerca del proceso de toma de decisión como lo es la interpretación de modelos simbólicos, cognitivos, afectivos e influencias del medio social.


Según la Constitución de 1991, el voto en Colombia tiene carácter voluntario, aunque el sufragio es considerado un derecho, pero también un deber ciudadano (artículo 258)20. En el tema de participación electoral, Colombia se ha considerado una nación con una tradición electoral con altos niveles de abstencionismo. Según los datos del Consejo Nacional Electoral (CNE) de ese país, la elección presidencial de 2014 registró el mayor nivel de abstencionismo en los últimos 20 años (con la participación del 40,65 % en la primera vuelta), lo cual significa que 6 de cada 10 personas no ejercen su derecho al sufragio. Por su parte, la segunda vuelta contó solamente con la participación de un 47,97 % de sufragantes, con un 52,03 % de abstención. Sin embargo, la última elección presidencial del 27 de mayo de 2018 registró datos positivos para la participación, ya que esta se elevó en la primera vuelta en un 53,38 % (muy bueno para el país), recuperándose el interés ciudadano por la política.


Sin embargo, los últimos cincuenta años de elecciones presidenciales en Colombia han promediado un porcentaje de participación del 46 %, lo cual determina que, en la que se puede considerar como la principal elección del país (presidencial), se abstienen de votar la mitad del electorado. Como referencia, el pasado plebiscito por la paz registró un abstencionismo del 62 % en votación.


Podemos resumir que Colombia registra una tradición de abstención histórica atribuida a altos niveles de desafección hacia los partidos políticos y la falta de legitimidad, tanto de las elecciones como de otras instituciones democráticas. Sin embargo, la última elección presidenciales de 2018 presentó un incremento de la participación, pero sin llegar a ser muy considerable. En la primera vuelta se registró un nivel de abstencionismo del 46,62%, recuperándose un 13,6% en relación a la anterior elección presidencial de 2014. En cuanto a la segunda vuelta, se reportó una abstención similar con un 46,14 %, bajando en un 0,4% en relación con la primera vuelta.


Tabla 1. Tasa de abstención electoral en Colombia
Segunda vuelta elección presidencial 2018 46,14%
Primera vuelta elección presidencial 2018 46,62%
Plebiscito 2016 62,60%
Segunda vuelta elección presidencial 2014 52,03%
Primera vuelta elección presidencial 2014 59,90%
Segunda vuelta elección presidencial 2010 55,67%
Primera vuelta elección presidencial 2010 50,73%
Elección presidencial 2006 54,95%
Elección presidencial 2002 53,53%
Segunda vuelta elección presidencial 1998 41,15%
Primera vuelta elección presidencial 1998 48,88%
Segunda vuelta elección presidencial 1994 56,66%
Primera vuelta elección presidencial 1994 66,23%

Fuente Base de resultados electorales del Consejo Nacional Electoral de Colombia, CNE.


En el rubro del comportamiento electoral, Colombia muestra una sociedad con una cultura política mayormente abstencionista que se expresa con la contundencia del silencio o la indiferencia. La población colombiana por lo general vota por representantes conservadores, como ha ocurrido con los últimos cuatro presidentes: Andrés Pastrana (1998-2002), Álvaro Uribe (2002-2010), Juan Manuel Santos (2010-2018) y en fechas recientes por el candidato Iván Duque (2018-2022) del Partido Centro Democrático.


Esta situación coincide con los estudios sobre la democracia en América Latina del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO, en el que expresa que nuestras sociedades latinoamericanas son bastante abstencionistas y cuando acuden al sufragio, eligen mayormente a gobiernos que se anteponen a sus derechos ciudadanos. O bien, se expresa con la contundencia del silencio o la indiferencia. «Cuando la gente vota, parece confiar más en los representantes conservadores o en salvadores mesiánicos, que en los partidos progresistas, liberales o republicanos»21.


La sociedad colombiana en materia política ha sido históricamente una sociedad electoralmente escindida y antagónica entre proyectos liberales y conservadores, pero con manifestaciones muy conservadoras, aun dentro de los propios grupos liberales. En términos generales, el conflicto armado de más de cincuenta años produjo cierta estigmatización de la izquierda política. No obstante, la reciente elección presidencial de Colombia en 2018 registrópor primera vez la posibilidad de elegir como presidente a un candidato surgido desde la ideología de izquierda en la persona del exguerrillero del m-19 y exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, postulado por el Movimiento Progresista Colombia Humana.


A mi juicio, esta elección manifestó, de cierta manera, un inicio en la polarización política de la sociedad colombiana al quedar para la segunda vuelta candidatos con proyectos políticos altamente opuestos, como fue el caso de Iván Duque y el candidato Gustavo Petro.


En Colombia, según la Encuesta de Cultura Política (ECP) del dane sobre intención de voto en 2017, se reportó que el 59,2% de las personas de 18 años y más afirmaron que siempre votan cuando hay elecciones, el 24,7% a veces vota y el 16,1% nunca vota. La Encuesta reporta que un 57,8% de las personas encuestadas consideran que votar en las elecciones es útil para generar cambios positivos en el futuro del país22. Sin embargo, la baja participación en las elecciones que arroja los datos del cne y con el análisis de resultados del instrumento aplicado en este estudio, encontramos que la mayoría de los colombianos tiene una baja credibilidad de sus instituciones gubernamentales y en los partidos políticos.


Según el reporte de Latinobarómetro, en el 2013, el tema del interés por la política en Colombia estuvo situada por debajo del promedio general de Latinoamérica con un 24%23. La ciudadanía en Colombia ha presentado históricamente conductas de apatía política y frustración, manifestadas principalmente con el abstencionismo electoral, la baja participación en los asuntos públicos y el antipartidismo producto de su insatisfacción con la democracia, la desconfianza en sus instituciones públicas y por los escándalos de corrupción.


A finales de los años noventa, la ciudadanía colombiana registró un hartazgo de los regímenes políticos con altos niveles de animadversión hacia los partidos políticos tradicionales —Partidos Liberal y Conservador—, con lo que la mayoría de sus ciudadanos incursionaron en una cultura política de desacreditación y repudio a la política tradicional. En este sentido, la Constitución de Colombia de 1991 permitió la apertura del espectro partidista con la aceptación en la contienda de partidos políticos distintos a los tradicionales —Liberal y Conservador—, con lo que fueron posibles candidaturas por fuera de estos dos organismos políticos.


De esta situación surgió, en el imaginario colectivo de los electores, el icono del caudillismo representado recientemente por el liderazgo carismático de Álvaro Uribe, bajo el prototipo del trabajador fuerte de la región andina que evoca la colonización del campo cafetalero y la modernización del país, situaciones que dentro del figurativo de la representación social le otorga un carácter heroico distinto al de los políticos tradicionales24.


Su influencia en la cultura política de tipo electoral en ese país ha sido tal que, en la actualidad, la agrupación política Centro Democrático fundado en 2013 por el propio expresidente Álvaro Uribe, utiliza su silueta en las boletas electorales como se observa en la figura 1, y de mejor manera en la propaganda electoral del candidato al Senado Álvaro Uribe, figura 2, en la que se aprecian constructos simbólicos con la leyenda: «Mano firme, corazón grande», haciendo alusión al proyecto político aplicado durante su mandato (2002 a 2010) denominado seguridad democrática, estrategia que tuvo como mayor prioridad la lucha del Estado frente a los distintos grupos guerrilleros.


Como se observa en las boletas, esta estrategia va en el sentido de incidir en el imaginario de los votantes que están sufragando por el proyecto de Álvaro Uribe, ante la imposibilidad legal de poder postularse. A inicios del año 2018, la presentación de precandidatos y candidatas presidenciales del Partido Centro Democrático estuvo acompañada por la figura de Álvaro Uribe, personaje en quien recaía el eje central de los discursos y de la argumentación política. Su influencia fue tal que finalmente el candidato Iván Duque, postulado por este partido, resultó ganador de la contienda presidencial con el 53,98%.


Imagen de prueba
Figura 1. Muestras de boletas electorales tomadas de la página oficial del Partido Centro Democrático
Fuente: «Uribe Centro Democrático Sección Bello», Facebook, 20 de febrero de 2014, acceso el 15 de junio de 2021, https://www.facebook.com/pg/Uribe-Centro-Democr%C3%A1tico-Seccion-Bello-1448398658716762/posts/

Imagen de prueba
Figura 2. Propaganda electoral con el expresidente Álvaro Uribe como candidato al Senado.
Fuente: «Uribe Centro Democrático Sección Bello», Facebook, 20 de febrero de 2014, acceso el 15 de junio de 2021, https://www.facebook.com/pg/Uribe-Centro-Democr%C3%A1tico-Seccion-Bello-1448398658716762/posts/


Percepciones ciudadanas en relación a la democracia, régimen de gobierno e instituciones políticas


Este apartado tiene como objeto describir las construcciones simbólicas que en materia de cultura política manifiestan los ciudadanos de Colombia en relación a la implementación de la democracia y sus derivados. Asimismo, se explican las percepciones que mantienen en relación al régimen de gobierno, instituciones políticas y resultados de la economía como elementos esenciales que construyen legitimidad a los regímenes políticos.


Según la Constitución de 1991, Colombia es un Estado democrático, participativo y pluralista25. Sin embargo, en materia de percepciones sobre la democracia, los ciudadanos de Colombia reportan indicadores bajos en cuanto a la satisfacción con la misma, con un 17%. Según la ECP del DANE 2017, solo el 29,3 % de los encuestados consideran que Colombia es un país democrático26. Por consecuencia, en la República de Colombia, el desencanto con la política y la apreciación del gobierno está teniendo consecuencia para la democracia.


En cuanto al apoyo a la democracia en Colombia, el estudio de Latinobarómetro 2018 confirma que éste bajo cuatro puntos porcentuales en relación a lo reportado en el año anterior con un 54%. Sin embargo, en relación a la valorización de la democracia como mejor sistema de gobierno se reporta el valor más alto con un 81%. En el rubro de si el gobierno lo hace para todo el pueblo, se tiene un 16%, apenas por debajo del promedio general en Latinoamérica del 17%27.


En cuanto a la percepción del desarrollo democrático del país que se reporta en una escala del 1 al 10, donde 1 es no democrático y 10 es totalmente democrático, los ciudadanos colombianos presentan un 5,2, lo que registra una reprobación de sus habitantes en cuanto al tema, en concordancia con el resto de la región que presenta un 5,5%.


En la aprobación del gobierno, Colombia registra un 35% según Latinobarómetro 2018. Por su parte, en el reporte de Latinobarómetro 2017, en el tema de confianza en el gobierno que involucró el desempeño cíclico de la economía, Colombia presentó solo un 16%28.


De la misma forma, Colombia cuenta solo con un 20% de confianza en el Poder Legislativo29, lo que coincide con el reporte de la ECP del DANE que registró una mínima aprobación del 16,6% al Congreso de la República.


En las entrevistas aplicadas, los colombianos manifestaron un total descrédito por el Poder Legislativo y Judicial luego de las acusaciones de corrupción que involucraron a varios parlamentarios en la compra de fallos judiciales a la Suprema Corte de Justicia.


Es tanta la insatisfacción en temas de corrupción de este país, que el Congreso de Colombia aprobó la votación de una consulta anticorrupción celebrada el 26 de agosto de 2018, con el objeto de que la ciudadanía se expresara acerca del control del gasto público de la nación. En Colombia el tema de la corrupción es el mayor posicionado en la agenda ciudadana.


Si bien la Constitución de Colombia de 1991 logró la apertura del espectro partidista con la aceptación en la contienda de partidos políticos distintos a los tradicionales, Liberal y Conservador, y gestó una cultura política más democratizante, con ello ingresaron a la participación una serie de nuevos partidos políticos, diversificado tanto el espectro ideológico como la magnitud de estos —número de partidos—30. Sin embargo, en el tema de la confianza a los partidos políticos el estudio de Latinobarómetro de 2017 reportó a Colombia con uno de los índices más bajos de aprobación con un 10%, recuperándose en el reporte de 2018 con un 16%31.


La ECP del DANE registra que entre las instituciones o actores en las que las personas de 18 años y más no confían, se encuentran: los partidos políticos con un 61,6%, el Congreso de la República 51,7%, jueces y magistrados 45,8% y la Presidencia de la República 45,0%.


En los temas relacionados con la economía y su impacto en la construcción de una cultura ciudadana, Latinobarómetro 2018 registra en la variable del ingreso subjetivo, que mide cuánto le alcanza el ingreso económico a un grupo familiar en el período de un mes, un promedio del 47%. En el tema de la carencia de ingresos (no le alcanza), Colombia reporta un 51%, por encima de la media latinoamericana de un 47%32.


Finalmente, en cuanto a las percepciones ciudadanas en relación a los problemas más importantes de su país, la ciudadanía de Colombia asume a la corrupción como el problema más importante, con lo que lidera el ranking de Latinobarómetro 2018 con un 20%. En segundo lugar, reporta al desempleo con 17%, la delincuencia con 12%, la salud 9%, el terrorismo/guerrilla 6%, la economía con 6%, situación política 5%, la educación 4%, la violencia/pandillas 4% y consumo de drogas 3%.


Para el caso de Colombia, los temas fundamentales de la cultura política son la evaluación de la democracia, la aprobación del gobierno y la confianza en las instituciones electorales y asociaciones políticas, las entrevistas de contraste realizadas en la presente investigación también reportaron que los ciudadanos mantienen conductas de decepción en cuanto a los resultados de la política, lo que ha producido un alto índice de abstencionismo.


Por ejemplo, en los resultados de las últimas cuatro encuestas de intención de voto para presidente de la República de 201833, se llegó a registrar en su mayoría la opción por el voto en blanco, cuestión que prueba las bajas expectativas de los resultados de la democracia, los partidos políticos y del actuar del gobierno.



Cultura política en miembros de las juntas de acción comunal


El ejercicio de participación en favor de las comunidades es un factor clave en la cultura política en la que subyacen sistemas de valores y construcciones simbólicas, sobre todo en el tema de los objetivos y fines de la acción comunal.


Con la implementación de la Constitución de 1991, el régimen político colombiano trató de dar un viraje legal del tradicional corte liberal y representativo a otro mayormente sustantivo y participativo, estimulando la organización comunitaria destinada a generar mayor empoderamiento social.


En Colombia la institución que lleva a efecto este tipo de participación son las juntas de acción comunal (JAC), corporación cívica, privada y sin ánimo de lucro, compuesta por los vecinos del lugar quienes reúnen sus esfuerzos y recursos para procurar la solución de las necesidades más sentidas de su comunidad34.


En cuanto a sus líderes, las JAC de Colombia cuenta con dignatarios integrados por un presidente, vicepresidente, tesorero, secretario y coordinadores de las distintas comisiones de trabajo. Ellos son elegidos por medio de votación a mano alzada de todos los miembros de la JAC afiliados, de acuerdo con las planillas presentadas por grupos interesados en dirigirla.


Para recabar los datos conducentes a la cultura política de sus integrantes, se realizaron entrevistas a participantes de las JAC en la localidad de Bosa al sur de Bogotá y de la ciudad de Bucaramanga en el departamento de Santander, Colombia. En las entrevistas se seleccionaron a integrantes de las organizaciones sociales con los criterios de diferente edad, género y nivel educativo y socioeconómico con el objeto de conocer sus motivaciones por la participación comunitaria, posición ideológica, expectativas en cuanto a la participación, así como reconocer si participan de forma independiente a cualquier cerco político.


Un dato preliminar es conocer el porcentaje de participación ciudadana en las organizaciones comunitarias. Según la ECP del DANE, Colombia reporta datos en el que se registra que un 13,5% de las personas encuestadas afirmo asistir a las juntas de acción comunal35. En el desglose de este rubro se reporta a un 0,8% de personas que acudieron una vez a la semana, 3,9% de personas que acudieron una o dos veces al mes, 8,8% que acudieron una o dos veces al año, y un total de 88,5% que nunca asistieron36. Esta situación implica que es una minoría los que participan en este tipo de organizaciones, situación que se corroboró en la entrevista aplicada al Sr. David Castaño Chiguazuque, presidente de Asociación de Juntas de Acción Comunal de la Alcaldía menor de Bosa, Bogotá.


Observando los principales constructos político-culturales de las personas que participan en las JAC antes referidas, encontramos una actitud solidaria en cuanto a sus actividades, pues no devengan sueldo alguno, por lo que la honorabilidad en el servicio es un elemento simbólico esencial en su proceder. En su actuar se expresa el interés sociocultural conocido como activismo pues se ofrecen como voluntarios en las distintas actividades de mejoras barriales.


Por lo general, las actividades que realizan las JAC son convocadas por las alcaldías, pues según su normativa no están facultadas para presentar proyectos directos a las autoridades locales. Esta situación produce una cultura política subordinada, en la que los ciudadanos efectúan acciones determinadas por el propio gobierno sin participar en el diseño o planificación de las políticas públicas.


La mayoría de los entrevistados indican que la colaboración conjunta es la forma ideal para resolver los problemas comunitarios, por lo que se considera que construyen la idea de la acción colectiva como forma del dominio de los sistemas decisorios. De la misma forma, expresan una confianza interpersonal al considerar que su actividad comunitaria sirve como conducto comunícate entre la sociedad y las autoridades del gobierno local. Sin embargo, son altamente críticos de las burocracias administrativas con las que tienen que gestionar los apoyos y actividades comunales, como es el caso del Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (IDPAC) para el caso de Bogotá.


Imagen de prueba
Figura 3. Capacitación a la Junta de Acción Comunal de Bosa Laureles por parte del personal del IDPAC de la Alcaldía Menor de Bosa

De la misma manera, tienen arraigado el espíritu solidario, por lo que manifiestan apoyo a los sectores sociales más vulnerables, como es el caso de población desplazada por la violencia, adultos mayores o jóvenes con problemas de adicción.


En cuanto al análisis simbólico de la política, no presentan una determinada postura o ideología política en particular. Por lo general, manifiestan quejas sobre el proceder de las autoridades representativas como ocurre con el resto de la población. No obstante, están de acuerdo en apoyar a la parcialidad política en la que se encuentran involucrados sus líderes —presidentes de la JAC o ediles municipales—, con lo que exponen construcciones simbólicas ligadas a una cultura política de súbdito.


Imagen de prueba
Figura 4. Capacitación a la Junta de Acción Comunal de Bosa Laureles sobre seguridad, impartida por la Polícia Nacional

Como aclaración, el cargo de ediles en la República de Colombia es la de funcionarios públicos de elección popular con el rango más básico, cuyas funciones más relevantes son las de participar en la elaboración de los planes y programas municipales de desarrollo económico y social y de obras públicas, vigilar y controlar la prestación de los servicios municipales, formular propuestas de inversión ante las autoridades nacionales, departamentales y municipales encargadas de la elaboración de los respectivos planes de inversión de acuerdo con el artículo 318 de la Constitución de la República de Colombia.


Es importante aclarar que varios presidentes de las JAC participan activamente en política, apoyando a ediles con los que mantienen relación constante y directa. Durante la estancia de investigación, se observó que en su mayoría los ediles son dignatarios de JAC, ya sea como presidentes o en cualquier otro cargo importante, con lo que producen una relación clientelar de la JAC con el partido político del que son parte.


Por esta razón en la República de Colombia sigue imperando las posiciones privilegiadas de actores políticos como los partidos políticos y las burocracias, quienes conforman el clientelismo político37. Esto determina una cultura política subordinada en la que los individuos son conscientes de la existencia de un sistema político, pero se consideran subordinados del mismo38.


También genera una relación en la que se configura una concepción simbólica de la política basada en acuerdos y fidelidades, bajo una estructura solidaria de intercambio de bienes propio del clientelismo. Se observa una actitud ciudadana en la que se efectúan acciones determinadas por el propio gobierno como atender las medidas y políticas, a cambio de ciertos beneficios. Lo cual coincide con la cultura política subordinada o de súbdito.


Cabe señalar que el control político-clientelar de las JAC en Colombia está disipado por todas las parcialidades políticas según sea la adscripción del presidente de la JAC o los ediles. Con ello, se puede afirmar que la acción clientelar no está concentrada por ninguna parcialidad o proyecto político.


Cultura política en espacios rurales


En cuanto a la cultura política observada en zonas rurales del Valle del Cauca y del Norte de Santander, observamos la conformación de varias asociaciones, como lo son la Asociación de Pequeños Caficultores de la Marina (ASOPECAM), la Iniciativa Colombiana de Pequeños Productores de Comercio Justo, Solidario y Sostenible, el Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (MAELA), la Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos de América Latina y el Caribe (ASAPALYC) y la Corporación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, cuyos integrantes manifiestan construcciones simbólicas de carácter horizontal con base en propuestas de apoyo agroecológico de producción orgánica y de comercio justo, que empoderan el trabajo humano, el bienestar colectivo y el respeto a la naturaleza y el entorno.


Estos grupos realizan regularmente reuniones para ofrecer asistencia técnica a los campesinos en educación ambiental, incentivan la producción orgánica y la utilización de energías renovables. Además, facilitan la interacción directa entre productores y consumidores, practicando principios de la economía social y solidaria entre comunidades.


Algunos integrantes de estas organizaciones expresan que, aunque los acuerdos de paz han sido muy positivos para sus regiones, pues disminuyeron significativamente la violencia, la amenaza actual consiste en que muchos de los terrenos antes controlados por los grupos insubordinados fueron concesionados por el gobierno del expresidente Santos a compañías extractivitas transnacionales, situación que afectaría gravemente al medio ambiente local.


Como estrategias de defensa, los miembros de estas organizaciones se han agrupado en asociaciones de tipo ambiental, de economía social y en diversos movimientos sociales que se mencionaron anteriormente.


Los participantes en estas asociaciones tienen introyectados valores de respeto a la tierra, por lo que nombran a sus cultivos territorios libres de transgénicos y se oponen activamente a la instalación de compañías extranjeras, como la norteamericana Monsanto.


Sus miembros efectúan principios de economía social y solidaria por medio de Mercados Campesinos, organización sin ánimo de lucro destinada a facilitar la interacción directa entre productor y consumidor y en dar asistencia técnica a los campesinos en educación ambiental en producción orgánica y utilización de energías renovables.


En este tema, en zonas del Norte de Santander, se observó que varias comunidades rurales presentan liderazgos sociales de mujeres campesinas. Un ejemplo es la Corporación Ambiental para el Desarrollo Sostenible, integrada mayormente por la Asociación de Mujeres Campesinas del Norte de Santander, organización que incluye varias JAC regionales, mismas que constituyen juntas exclusivas para la defensa del agua en las que se ofrecen capacitaciones sobre el uso y cuidado del líquido vital de agentes externos.


Producto de este activismo social en favor del agroecologismo y por la fuerte oposición que mantienen hacia las políticas extractivas, los líderes de los movimientos campesinos son constantemente amenazados. Esta situación ha supuesto que al interior de sus agrupaciones se realicen protocolos de seguridad y talleres de capacitación en aspectos de seguridad y protección, esto a falta de políticas que garanticen la seguridad de sus líderes en la actual administración.


Por último, es indispensable precisar que la cultura política en favor del medio ambiente encontrado en algunos pobladores del campo colombiano no es producto de una dinámica de movilización, organización y politización desde el propio gobierno, sino que es resultado de otros factores. En una entrevista realizada, el agricultor Javier Rivera Laverde, miembro directivo de la Organización ASOPECAM y MAELA, en la Marina en Valle del Cauca, expresa que en un primer momento estos valores fueron presentándose gracias a la acción de los comités departamentales de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, los que durante los años treinta incentivaron económicamente a los productores de café para comerciarlo a un precio más justo. Para los años ochenta, el movimiento ambiental colombiano, promovido por el líder medioambientalista Guillermo Castaño Arcila, fundó varias escuelas agroecológica sen distintas zonas del país, que se encargaron de generar estrategias para la protección de la naturaleza y reproducir los saberes ancestrales como la medicina comunitaria, la producción orgánica y el respeto a la Pachamama.


El agricultor Javier Rivera expone que durante los años sesenta en la zona del Valle del Cauca se contó con la presencia de un grupo denominado Los Yarumos, que contaban con una posición ideológica más plegada a la conocida como izquierda, los que fueron poco a poco abatidos por el gobierno y grupos paramilitares, pero quienes lograron articular escuelas agroecologías sembrando valores agroecológicos en esta zona, como es el ambientalismo popular y la economía solidaria y popular.


En tiempos actuales, algunos colectivos campesinos de la zona vallecaucana se integraron a los movimientos regionales, como el MAELA y la Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos de América Latina, con el propósito de lograr la soberanía alimentaria con una visión agroecológica contraria a las lógicas de la economía neoliberal implementada en los últimos años en la República de Colombia.


Reflexiones finales


En el presente trabajo se expuso un panorama general acerca de la construcción de la cultura política en la República de Colombia. Dimos cuenta acerca de las percepciones de sus ciudadanos en materia política y sus diferentes constructos en la que se expusieron una diversidad de explicaciones acerca del comportamiento electoral de los ciudadanos con base en los registros del CNE, los resultados de la encuesta de Latinobarómetro 2017 y 2018 y de la ECP del DANE 2017.


Se observó mayormente que en Colombia la cuestión política se sigue diluyendo por el desangelo que perciben sus ciudadanos del actuar político, principalmente por los actos de corrupción, tema que lleva liderando la opinión pública por varios años.


Asimismo, se explicaron las percepciones ciudadanas con relación a la democracia y sus resultados, desempeño del gobierno, instituciones políticas, partidos políticos e impactos económicos por medio de los trabajos realizados por las casas encuestadoras señaladas, información contrastada con los resultados de las entrevistas aplicadas en la presente investigación.


Se pusieron de manifiesto las diferentes construcciones simbólicas que expresan los colectivos comunitarios de las JAC de Colombia en la que se observa las formas, hábitos y creencias que manifiestan acerca de la acción comunal, así como sus principales actividades internas y su filiación política.


Es preciso aclarar que en Colombia la participación comunitaria data de los años cincuenta, pero se estableció como derecho fundamental hasta la Constitución de 1991. Sin embargo, el reconocimiento constitucional de la democracia participativa no registró cambios en la actitud de los actores comunitarios, trabajando con la inercia de siempre. De la misma manera, el Estado Colombiano no promovió mayormente la participación ciudadana dentro de su proyecto de nación, por lo que no se generaron sentimientos colectivos con base en la innovación participativa.


Finalmente, se explicó cómo y de qué forma los miembros de las comunidades rurales visitadas en el Valle del Cauca y Norte de Santander viven valores agroecológicos. Se explicó la manera en que ingresó este tipo de pensamiento, al tiempo de exponer las principales actividades que implementan en sus respectivas comunidades, las que han puesto en peligro de muerte a muchos de sus líderes.




1 Doctor en Estudios Latinoamericanos en Territorio, Sociedad y Cultura por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México.


1 Gabriel Almond y Sidney Verba, The Civil Culture, Political Attitudes and Democracy in Five Nations, (EE. UU.: SAGE Publications, 1963), 12.


2 María Jesús Funes y Jordi Monferrer, «Perspectivas teóricas y aproximaciones metodológicas al estudio de la participación», en Movimientos sociales. Cambio social y participación, ed. por María Jesús Funes y Ramón Adell (Madrid: uned, 2003), 21-58.


3 Jacqueline Peschard, La cultura política democrática (México: Cuadernillos del Instituto Nacional Electoral, 1994).


4 Almond y Verba, The Civil Culture…, 12.


5 Almond y Verba, The Civil Culture


6 Almond y Verba, The Civil Culture


7 R. Inglehart, y N. García-Pardo, Cultura política y democracia estable (España: Reis, 1988), 45-65.


8 Inglehart y García-Pardo, Cultura política


9 Peschard, La cultura política…, 16.


10 Norbert Lechner, «El malestar con la política y la reconstrucción de los mapas políticos», en Cultura política a fin de siglo, ed. por Rosalía Winocur (Madrid: Oxford Analytica, 1997), 15-23.


11 Domingo Castro, P, «Cultura política: una propuesta socio-antropológica de la construcción de sentido en la política», Sonora: Revista Región y Sociedad 23, n.º 50 (2011), 236.


12 Krotz en Schneider, Cecilia y Karen Avenburg, «Cultura Política: un concepto atravesado por dos enfoques», POSTData 20, n.º 1 (2015): 109-131.


13 Almond y Verba, The Civil Culture


14 Jorge Benedicto, «La construcción de los universos políticos de los ciudadanos», en Sociología y Política, ed. por Jorge Benedicto y María Luz Morán (Madrid: Editorial Alianza, 1995).


15 Castro, «Cultura política: una propuesta socio-antropológica de la construcción de sentido en la política».


16 Castro, «Cultura política: una propuesta socio-antropológica de la construcción de sentido en la política».


17 Almond y Verba, The Civil Culture


18 Inglehart y García-Pardo, Cultura política


19 Castro, «Cultura política: una propuesta socio-antropológica de la construcción de sentido en la política».


20 Constitución Política de la República de Colombia, artículo 258, 1991 (Colombia).


21 P. Gentili y N. Trotta. América Latina: la democracia en la encrucijada (Buenos Aires: clacso/Editorial La Página S. A., 2016), 12.


22 Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Encuesta de Cultura Política (ecp) 2017, acceso el 15 de junio de 2021, https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/ecpolitica/Presen_ECP_17.pdf


23 Corporación Latinobarómetro, Informe 2013 (Santiago de Chile: Corporación Latinobarómetro, 2013), 39. Esta evaluación no se ha vuelto a desarrollar en las encuestas posteriores de Latinobarómetro.


24 Sandra Hincapié, «Límites y posibilidades para la construcción de la paz en Colombia» (Ponencia Presentada en el Seminario de Problemas Contemporáneos de América Latina en el Colegio de San Luis, México, 16 de abril de 2018).


25 Constitución Política de la República de Colombia, artículo 1, 1991 (Colombia).


26 Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Encuesta de Cultura Política (ecp) 2017


27 Corporación Latinobarómetro, Informe 2018 (Santiago de Chile: Corporación Latinobarómetro, 2018).


28 Corporación Latinobarómetro, Informe 2017 (Buenos Aires: Corporación Latinobarómetro, 2017).


29 Corporación Latinobarómetro, Informe 2018


30 Giovanni Sartori, Partidos y sistemas de partidos: marco para un análisis, vol. 1 (Madrid: Alianza Editorial, 1987).


31 Corporación Latinobarómetro, Informe 2018


32 Corporación Latinobarómetro, Informe 2018


33 Intención de voto presidencial de 2018, encuestadora Yanhaas y encuestadora Guarumo.


34 Ley 743 de 2002, artículo 8, inciso a, referente a los organismos de acción comunal en Colombia.


35 Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Encuesta de Cultura Política (ECP) 2017


36 Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Encuesta de Cultura Política (ECP) 2017


37 F. Velásquez y Esperanza González, ¿Qué ha pasado con la participación ciudadana en Colombia? (Bogotá: Editado Fundación Corona, 2003).


38 Almond y Verba, The Civil Culture



Referencias


Almond Gabriel y Sidney Verba. The Civil Culture, Political Attitudes and Democracy in Five Nations, EE. UU.: SAGE Publications, 1963.


Benedicto, Jorge. La construcción de los universos políticos de los ciudadanos. En Sociología y Política, editado por Jorge Benedicto y María Luz Morán. Madrid: Editorial Alianza, 1995.


Castro Domingo, P. «Cultura política: una propuesta socio-antropológica de la construcción de sentido en la política». Sonora: Revista Región y Sociedad 23, n.º 50 (2011), 215-247.


Constitución Política de la República de Colombia, 1991.


Corporación Latinobarómetro. Informe 2013. Santiago de Chile: Corporación Latinobarómetro, 2013.


Corporación Latinobarómetro. Informe 2017. Buenos Aires: Corporación Latinobarómetro, 2017.


Corporación Latinobarómetro. Informe 2018. Santiago de Chile: Corporación Latinobarómetro, 2018.


Departamento Administrativo Nacional de Estadística. Encuesta de Cultura Política (ECP) 2017. Acceso el 15 de junio de 2021. https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/ecpolitica/Presen_ECP_17.pdf


Funes, María Jesús y Jordi Monferrer. «Perspectivas teóricas y aproximaciones metodológicas al estudio de la participación». En Movimientos sociales. Cambio social y participación, editado por María Jesús Funes y Ramón Adell, 21-58. Madrid: uned, 2003.


Facebook. «Uribe Centro Democrático Sección Bello», 20 de febrero de 2014. Acceso el 15 de junio de 2021. https://www.facebook.com/pg/Uribe-Centro-Democr%C3%A1tico-SeccionBello-1448398658716762/posts/


Gentili, P. y N. Trotta, América Latina: la democracia en la encrucijada. Buenos Aires: CLACSO/Editorial La Página s. a., 2016.


Hincapié, Sandra. «Límites y posibilidades para la construcción de la paz en Colombia». Ponencia presentada en el Seminario de Problemas Contemporáneos de América Latina en el Colegio de San Luis, México. 16 de abril de 2018.


Inglehart, R. y N. García-Pardo. Cultura política y democracia estable. España: Reis, 1988.


Lechner, Norbert. «El malestar con la política y la reconstrucción de los mapas políticos». En Cultura política a fin de siglo editado por Rosalía Winocur, 15-23. Madrid: Oxford Analytica, 1997.


Sartori, Giovanni. Partidos y sistemas de partidos: marco para un análisis, vol. 1. Madrid: Alianza Editorial, 1987.


Schneider, Cecilia y Karen Avenburg. «Cultura Política: un concepto atravesado por dos enfoques». POSTData 20, n.º 1 (2015): 109-131.


Peschard, Jacqueline. La cultura política democrática. México: Cuadernillos del Instituto Nacional Electoral, 1994.


Velásquez, F. y Esperanza González. ¿Qué ha pasado con la participación ciudadana en Colombia? Bogotá: Editado Fundación Corona, 2003.