ESTUDIOS HISTÓRICOS
DOI: https://doi.org/10.22517/25392662.24642 - pp 75-95
Defensa pública de una institución educativa. Debates entre políticos-periodistas sobre la Universidad Industrial de Santander (1948-1959)
Public defense of an educational institution. Debates between politicians-journalists on the Industrial University of santander (1948-1959)
Recibido: 26 de enero de 2021
Aceptado: 18 de mayo de 2021
Resumen
La fundación de la Universidad Industrial de Santander (UIS) en 1948 fue el resultado de la lucha entre dirigentes políticos y propietarios de periódicos regionales de Santander. Este artículo describe cuál fue el proceso de justificación de la estructura académica y la infraestructura física de la UIS acorde a la narrativa defensiva y reivindicatoria de la prensa liberal. A partir del análisis descriptivo del discurso de diagnósticos gubernamentales y las exigencias periodísticas, se demuestra la importancia que tuvo la presión social desde las imprentas liberales para la creación de la primera universidad del nororiente andino, así como la resistencia de las élites conservadoras.
Palabras clave: prensa, liberalismo, educación, industria petrolera, Santander, Colombia.
Abstract
The founding of the Industrial University of Santander (UIS) in 1948 was the result of the struggle between political leaders and owners of regional newspapers in Santander. This article describes the process of justification of the academic structure and physical infrastructure of the UIS according to the defensive and vindictive narrative of the liberal press. From the descriptive analysis of the discourse of government diagnoses and the journalistic demands, is demonstrated the importance of social pressure from the liberal printing presses for the creation of the first university in the Andean Northeast, as well as the resistance of the conservative elites.
Keywords: press, liberalism, education, petroleum industry, Santander, Colombia.
Introducción
A mediados del siglo XX se consolidó la visión del sistema universitario de carácter público como resultado de una interrelación institucional y productiva entre «Universidad-Empresa-Estado», mediante la cual las universidades debían responder a las demandas profesionales y técnicas de las empresas nacionales, así como incrementar la productividad y divisas proyectadas por el Estado1. El modelo fue replicado por las universidades departamentales, a partir de las innovaciones y regulaciones de la Universidad Nacional, al ser justificada la creación de instituciones de educación superior regionales para beneficiar con el conocimiento universal y la transformación técnica las fuentes de riqueza que estaban asociadas con cada sociedad. En el caso de Santander, esa pertinencia socioproductiva estuvo asociada con la nacionalización de la industria petrolera y los minerales energéticos promovidos como fuentes de «progreso» por los medios de comunicación.
Durante la década más cruel de la violencia y de los crímenes violentos en Colombia, cuyo máxima expresión fue el «bogotazo» y las incursiones revolucionarias en las provincias donde emergió el liberalismo radical2, la prensa conservadora y liberal de Bucaramanga, al nororiente del país, contribuyeron a la búsqueda de una transición entre las arengas que animaban la lucha de los bandoleros y la venganza de los crímenes partidistas hacia una «prensa pacifista» promotora de causas de «unidad nacional» y progreso social3.
En el caso del periódico Vanguardia Liberal, creado el 1 de septiembre de 1919, a sus editores les fue necesario volver a encauzar la lucha de las ideas desde las tribunas públicas y la prensa urbana ante la sevicia de las matanzas rurales que se habían incitado desde las imprentas capitalinas4. Lo cual implicaba colaborar con las causas de pacificación e industrialización, pero sin entreguismo electoral ni renuncia a la oposición partidista e ideológica5. De allí que causas como la consolidación de la Universidad Industrial de Santander motivaron a los líderes liberales a manifestar sus más recias críticas y cuestionamientos al gobierno conservador al no darse la prioridad a la principal obra cultural y económica heredada de la República Liberal en Santander.
Además, esa transición evidenciaba cómo durante la primera mitad del siglo XX las élites políticas y económica del departamento de Santander, en cabeza del dirigente liberal Mario Galán Gómez6, asumieron que una de las manera más expeditas para superar el atraso material y la personalidad agresiva del santandereano de las tierras altas, antes que las nefastas revoluciones y la guerra a muerte, era explorar, explotar y expandir las riquezas que ocultaban las tierras bajas para generar nuevas fuentes de empleo y, consigo, formar instituciones especializadas para la mano de obra de una naciente industria que contribuiría a liberar al campesino de su sumisión agropecuaria.
Desde la perspectiva del principal promotor de una universidad técnica para Santander, los valles boscosos ocultaban fuentes inagotables de energía fósil con la que se habían estrechado los lazos de solidaridad energética e intercambio comercial entre todas las naciones. En su suelo se hallaban materias primas inexploradas para los crecientes desarrollos urbanísticos de las ciudades intermedias, así como el subsuelo ocultaba yacimientos de minerales imprescindibles para el desarrollo industrial nacional, como eran los metales preciosos, el petróleo, el carbón y la fuerza hidráulica de saltos y ríos7.
Al poseer Santander las materias primas imprescindibles para el progreso colectivo, a través del accionar productivo de las ingenierías química, mecánica y eléctrica resultaba inevitable para los funcionarios liberales de la Gobernación departamental —promotores de colegios técnicos desde la Secretaría de Educación y encargados del plan quinquenal de desarrollo departamental— que bajo su mandato se establecieran las acciones e instituciones para el fomento e inversión de un naciente campo industrial, desconocido para los santandereanos8.
La promesa de riquezas energéticas exportables, industrias sustitutivas de productos importados, mano de obra calificada y competitiva, así como la gradual independencia agropecuaria de los monocultivos tradicionales, motivó a esa clase dirigente a proclamar al pueblo de Santander que:
…en la industrialización está el campo de su redención económica, y que para ese fin fueron acumulando posibilidades enormes en los grandes reservorios de sus ríos, cascadas y embalses naturales, que le permitirán insospechables conquistas en la rama industrial y harán posible una mayor armonía y solidaridad humanas9.
Con el fomento de la industria extractiva de minerales no metálicos e hidrocarburos la profesión de la ingeniería fue intervenida y regulada por el Gobierno nacional, siendo exigido que todo aquel que deseara ocupar cargos públicos como director, superintendente o interventor técnico de ingeniería de obras o empresas nacionales, departamentales o municipales, en otros cargos públicos o en concesiones privadas para extraer recursos nacionales, debían poseer el título universitario como ingeniero y matricularse como tal ante el Consejo Profesional (nacional o seccional) de Ingeniería, así como acatar las multas y penas para quienes no contaran con los certificados de idoneidad y matricula profesional o no contaran con lo dispuestos por ese gremio profesional10.
El redireccionamiento de los procesos educativos del país a favor del desarrollo de la mano de obra requerida por la naciente industria energética también involucró a la educación formal secundaria, siendo decretada la reorganización de la enseñanza industrial y agrícola existente como parte del nivel de educación vocacional a cargo del Ministerio de Educación. En adelante, la educación industrial debía congregar a las escuelas complementarias de oficios, de especialización o industriales cuyo objeto era «…complementar la educación recibida en la escuela primaria, orientándola hacia fines prácticos, de conformidad con las condiciones económicas y sociales de cada región». Así como debían ser amoldadas a «…las necesidades actuales y futuras de la industria nacional»11 y propender por el incremento de la producción de cada región acorde a los planes técnicos. Las estudiantes bachilleres debían contribuir en esa tarea nacional recibiendo cursos de economía doméstica y usando esos conocimientos en su cotidianidad familiar.
Con la creación de la Universidad Industrial por las autoridades del departamento de Santander en 1948 y la reforma a las facultades de las universidades oficiales con el fin de alcanzar las metas del plan de industrialización y educación industrial de los colombianos fue necesario reorganizar la educación técnica. Por ello se articularon las diferentes instituciones, establecimientos y políticas promovidas durante el siglo XX para el mejoramiento productivo del país; siendo entendida por enseñanza técnica los procesos de instrucción práctica para el ejercicio racional y cualificado de toda ocupación o actividad laboral que no requería una «cultura general académica». En esa educación estaban involucrados los cursos para obreros y escuelas de aprendizaje, las escuelas de capacitación obrera, las escuelas de artes y oficios (elementales, medias, superiores), los institutos técnicos (grados de expertos y técnicos), las facultades técnicas (para ingenieros técnicos, contadores públicos y profesionales en comercio) y las universidades técnicas o industriales12.
La Universidad de Santander fue concebida y se consolidó como la primera institución de educación superior de Colombia cuyo propósito central debía ser formar la mano de obra profesional que requería la industria petrolera de Colombia en Barrancabermeja y Tibú, así como la incorporación de mano de obra nacional para la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol). Con lo cual, los profesionales egresados en ingenierías de la Universidad Industrial sustituyeron la mano de obra extranjera que había sido contratada por Ecopetrol entre los profesionales que habían llegado al país durante la concesión otorgada a la Tropical Oil Company, consolidando así a Santander como el «epicentro de la ingeniería» en Colombia13. Los ingenieros eléctricos, químicos, mecánicos, metalúrgicos y de petróleos que no fueron contratados por la industria petrolera crearon empresas de suministros y servicios externos acorde con la demanda de la empresa nacional14. De allí la defensa pública que periodistas, políticos y defensores de la «causa liberal» hicieran de la financiación y consolidación de la UIS como institución para la vanguardia técnica regional y símbolo principal del progreso económico y material, al estar relacionado el petróleo con universidad.
El Congreso de la República al conmemorar los setenta años de existencia de la UIS con la Ley de Honores 1910 de 2018 destinó recursos para el mejoramiento de su infraestructura, dotación, investigación y extensión para la paz durante la siguiente década, así como alentó la presencia académica e investigativa de la universidad en las provincias y sus sectores rurales y se dispuso a exaltar las virtudes de su comunidad universitaria ante los valiosos aportes promovidos tanto en la región como en el país durante su existencia. Para justificar las razones de ese homenaje y las partidas presupuestales adicionales asignadas durante un lustro para el mejoramiento de su calidad educativa, los parlamentarios santandereanos que presentaron y firmaron su apoyo al proyecto de ley optaron por sustentar sus argumentos citando la reseña histórica divulgada por la misma universidad en sus soportes electrónicos.
Ese relato institucional que compila las investigaciones históricas de algunos de sus docentes investigadores más destacados ha pretendido reconstruir la creación de la universidad como consecuencia del proyecto de industrialización nacional del Ministerio de Educación; el interés por impartir estudios superiores acordes a una cultura técnica afín con la política de sustitución de importaciones; la continuidad formativa de los egresados del Instituto Industrial de Bucaramanga en las ramas de las ingeniería industrial, y el aseguramiento presupuestal de una enseñanza técnica profesional acorde a las necesidades industriales del país. Sin embargo, en esos relatos no están explícitas ni contrastadas las perspectivas de los líderes promotores y contradictores de la universidad, ni el por qué la UIS debe ser considerada una institución patrimonial de los santandereanos del siglo XX en los aspectos educativo, cultural o científico. Tampoco se establecen los propósitos político-económicos de su creación ni los imaginarios gremiales, corporativos o partidistas que desde su primera década de existencia han justificado su defensa y conservación como institución patrimonial de los santandereanos.
La perspectiva institucional y la memoria patrimonial han sido tradicionalmente asociadas en la UIS con la conmemoración cronológica del inicio de labores académicas de las primeras facultades, después de múltiples limitaciones políticas, presupuestales y estamentales. Durante siete décadas se ha repetido el mismo orden ritual fundacional en cuanto a discursos oficiales de inauguración, celebraciones religiosas católicas, presentaciones artísticas y exaltaciones públicas a los benefactores o servidores más destacados. Se asume anualmente que la institución educativa debe continuar cumpliendo su función educativa acorde a los programas de ajuste o desarrollo concebidos para el futuro de esta. Con lo cual, los propósitos misionales y las visiones socioculturales que justificaron su creación y fomento interinstitucional durante sus primeros años de existencia han dejado de ser parte de la planeación estratégica y la identidad institucional promovida por sus directivos, siendo adaptada a las políticas nacionales y las exigencias externas.
Si bien existe una reconstrucción periódica de la memoria histórica institucional, materializada en libros conmemorativos de gran calidad y colorido, así como tesis y artículos de nuevo conocimiento generados desde los programas de la Escuela de Historia, el patrimonio intangible asociado con las manifestaciones y expresiones alegóricas de los actores académicos tiende a limitarse al discurso oficial sobre las gestiones administrativas de políticos, rectores y decanos, mediadas por los recientes procesos de acreditación institucional. Con lo cual, son limitadas o excluidas las perspectivas críticas de egresados, gremios y representantes de la sociedad regional que promovieron, han respaldado o cuestionan los impactos públicos que ha tenido la Universidad de Santander para el bienestar y progreso de los santandereanos, así como para construir una identidad regional mediada por una proyección universitaria y profesional propia.
La Universidad Industrial de Santander fue un proyecto de profesionales universitarios para establecer un proyecto socioeconómico descentralizado, acorde al espíritu liberal de los dirigentes liberales que lideraron su creación en diferentes etapas, quienes a través de las imprentas justificaron su aprobación en las primeras décadas del siglo XX y exigieron su financiación y consolidación a mediados de siglo. En palabras de Alejandro Galvis, su artífice gubernamental y principal defensor, la relación entre prensa y universidad eran una dualidad que coexistía entre sí. Al historiar los orígenes del periódico Vanguardia Liberal, recuerda en sus memorias, como senador, gobernador y caudillo, la importancia del ser profesional universitario.
… Vanguardia nació en una pequeña ciudad, la Bucaramanga de 1919, con muy escasa perspectivas de circulación y propaganda para financiarla, sin base de capital y sin otro bagaje que la buena voluntad, el brío y la visión futurista de un joven recién egresado de la Universidad que ensayaba abrirse campo en la ardua lidia de las ideas. Muchas veces estuvo a punto de periclitar. […] La fe en el futuro, sin embargo, y la confianza en el empuje que habrían de tomar con el iempo Bucaramanga y Santander salvó al diario de una segura muerte que mucho le auguraban. Y vencido el primero escollo financiero proveí a sostenerlo con emolumentos que me dejaban el ejercicio de mi profesión como abogado, y luego, con las reservas de asignaciones por desempeños en cargos públicos15.
La reconstrucción histórica sobre los orígenes y consolidación de la uis ha estado asociada a los estudios conmemorativos realizados por los docentes de la Facultad de Ciencias Humanas. A diferencia del relato oficial sobre las realizaciones de los rectores y los consejos institucionales por medio de las crónicas de Armando Martínez, también se han realizado análisis sobre la lucha de poderes e instituciones regionales durante su gestación desde la perspectiva de Reinaldo Suárez; el conflicto bipartidista para su gestión y financiación desde las fuentes oficiales compiladas por Armando Gómez; la justificación filosófica y sociológica de la universidad para el desarrollo local de Ariel Díaz y Libardo León; la visión sobre educación técnica de los fundadores y los movimientos de protesta estudiantil analizados por Álvaro Acevedo; la integralidad científica y profesional desde la perspectiva de Serafín Martínez; así como la representación sobre el papel científico-técnico de los refugiados europeos como primeros rectores, docentes e investigadores de las primeras facultades por´parte de Luis Pérez. Sin embargo, se desconoce el discurso de sus promotores a través de la prensa partidista y la visión de la sociedad bumanguesa sobre los orígenes, dificultades, expectativas y conflictos que caracterizaron las primeras décadas de la UIS.
Considerando algunas de las orientaciones para el análisis interpretativo de las fuentes desde las «historias híbridas» propuesto por investigadoras como M. Perkowska16, mediante las cuales se resalta el discurso de la otredad divergente y la resistencia al olvido institucional del discurso de los opositores o los vencidos al ser criticada la versión dominante de la «historia oficial»17, el artículo es resultado de una metodología cualitativa caracterizada por la selección y análisis descriptivo del discurso bipartidista en fuentes históricas de carácter documental y periodístico de 1948 a 1959, especialmente los editoriales, noticias y crónicas sobre la uis publicadas por periódicos como Vanguardia Liberal y El Deber, mediante los cuales se daba voz a los políticos opositores, directivos, docentes y estudiantes universitarios. Estas perspectivas fueron complementadas con las representaciones históricas sobre sus orígenes por docentes-investigadores de la UIS y los relatos conmemorativos institucionales. A partir de dichas fuentes, el artículo describe cuál fue el proceso narrativo de justificación de los orígenes y la consolidación de la estructura académica e infraestructura física de la UIS, atendiendo a las necesidades formativas y la visión industrializadora promovida o reivindicada por la sociedad bumanguesa a través de la prensa liberal.
Asimismo, se describe cómo esa unión de voluntades políticas convergió en los procesos de consolidación de las tareas pacifistas y progresistas de las élites liberales, al darles continuidad a las reformas educativas promovidas en Santander desde la República Liberal y la reducción del conflicto entre grupos de bandoleros partidistas en la lucha entre imprentas. Para ello, Mario Galán Gómez y Alejandro Galvis unieron esfuerzos para cuestionar después de 1948 al gobierno conservador regional, defendido por los periódicos El Deber y El Frente por su incumplimiento a las disposiciones legislativas y los acuerdos bipartidistas sobre la Universidad Industrial de Santander. Para ello emplearon los medios de comunicación de oposición, específicamente la prensa liberal de Santander representada por el periódico Vanguardia Liberal, dirigido y de propiedad del mismo Alejandro Galvis, con apoyo y replica de los diarios liberales capitalinos.
Liberales a la «Vanguardia»
La armonía y paz coyuntural que habían acordado los conservadores en el poder con los liberales para alcanzar la estructura organizacional y el inicio de las clases del primer curso básico para las diferentes ingenierías de la Universidad Industrial en marzo de 1948 fue fracturada por una masacre policial de liberales en Bucaramanga, quienes protestaban por las masacres de sus copartidarios de la provincia de García Rovira, lo cual propició la caída y sustitución del gobernador. Un mes después, con el asesinato del caudillo popular y candidato único del liberalismo a la presidencia, la institucionalidad fue plenamente alterada; las relaciones bipartidistas se hicieron irreconciliables y los proyectos de progreso sociocultural quedaron postergados o desfinanciados18.
Los conservadores más ortodoxos se oponían y rechazaban la creación de la universidad, pues lo consideraban un gasto innecesario y excluyente al no beneficiar a toda la población por ser mínimo el número de bachilleres graduados. Consideraban que bastaba con especializarse en el Instituto Industrial o en las Escuelas de Artes y oficios. Esta posición se radicalizó en los periódicos regionales conservadores, específicamente en El Deber y El Frente. De allí que recayese en Vanguardia Liberal, el único periódico regional liberal, la tarea de continuar exigiendo la financiación de la Universidad Industrial y el fomento de la cultura técnica y tecnológica en la educación superior impartida a los santandereanos19.
El legado de la uis no hubiese sido posible sin el activismo político y comunicacional de sus promotores a través de la prensa y la radio, quienes solo reclamaban como mérito el orgullo de contar en su región con una educación universitaria de alta calidad, el reconocimiento de los aportes de los docentes extranjeros y los egresados de Santander al conocimiento nacional, la defensa de la educación superior y pública para las gentes comunes, así como la formación profesional de cientos de miles de santandereanos, quienes a través de la UIS podían vivenciar lo que su «raza» había hecho y podía llegar a hacer. Esa perspectiva de vanguardia y beligerancia se hizo explícita desde el mismo día en que inició labores la primera generación de docentes y estudiantes de la Universidad Industrial. La intelectualidad liberal cuestionaba los excesos de ignorancia y despotismo por parte de los funcionarios conservadores que habían presidido ese acto inaugural. Especialmente el director de Educación quien, opuesto a reconocer la gestión de los diputados, funcionarios y gobernadores liberales de la década previa, pidió no adjudicar la obra educativa que se inauguraba a un partido, gremio o persona en particular.
Ese funcionario consideraba que lo más importante era que esa «fábrica de inteligencia» fuese acogida y consolidada como la «...culminación de un sentimiento general de nuestra raza y principalmente del pueblo santandereano». Logró, contrario a su intención inicial por evitar sectarismos, que la obra universitaria creada durante su mandato evidenciara que los conservadores desde sus tesis éticas y proteccionistas no eran más que los verdaderos «revolucionarios de la educación»20.
Los articulistas liberales más radicales, exacerbados por el desconocimiento a la obra intelectual y legislativa de sus líderes, pidieron a sus lectores verificar cómo en el decreto de creación de la uis propuesto por los diputados y funcionarios liberales se evidenciaba un plan revolucionario de realizaciones que debía cumplir la institución universitaria para alcanzar su propio desarrollo, así como contribuir al desarrollo de Santander por medio de acciones culturales y de fomento académico, las cuales no serían posibles sin la colaboración de todos los santandereanos.
El gran reto para toda la santandereanidad, honrada por tan magna creación, debía ser tanto cimentar el plan científico y formativo concebido, así como edificar la ciudadela universitaria dispuesta en el plano arquitectónico oficial. Una obra urbanística que al superar los dieciséis millones de pesos requería de muchas más apropiaciones, partidas y presupuestos que los decretados por sus impulsores y fundadores para los primeros años de funcionamiento.
Un sector historicista de los periodistas consideró que la Universidad Industrial era fiel reflejo del heroísmo revolucionario y el temple emprendedor de los santandereanos al omover causas y obras que otros pueblos no se atrevían. La inauguración de la primera universidad industrial del país era un acontecimiento tan importante como la rebelión comunera o la campaña libertadora liderada por el héroe que había dado nombre al departamento: Francisco de Paula Santander, el padre de la educación republicana, cuya memoria estaba ligada a la creación del liberalismo primigenio y la pacificación científica de la naciente república al decretar la creación de universidades centrales y colegios universitarios, instituciones aliadas en la actualidad como los «colegios santanderinos», cuya creación permitió la formación profesional de los ciudadanos provinciales que debían culminar con reformas socioculturales y educativas las guerras de liberación contra el régimen virreinal español21.
El sector progresista manifestó a su vez en las columnas de opinión que la Universidad Industrial concebida para Santander complementaba la formación humanística (civil, laica o doctrinaria) que por décadas se había brindado a los bachilleres santandereanos en otras capitales departamentales. Esa oferta de formación superior se constituyó en referente del espíritu y la práctica de la técnica, así como en complemento de la armonía que requerían los colombianos, alcanzando así facetas que habían caracterizado solo a las grandes civilizaciones de la humanidad22. Perspectiva inaugural en la que se inscribía el gobernador conservador, quien no olvidó en felicitar a los iniciadores y creadores liberales de la Universidad que estaban presentes, aunque reconocía que un capricho del destino lo había hecho responsable de que le correspondiera inaugurarla a él, más no a su principal gestor: el gobernador Alejandro Galvis Galvis.
La educación superior en Santander inició su primer año lectivo con los mismos problemas que por años padeció la educación primaria, es decir, la falta de locales amplios y suficientes para acoger a todos los estudiantes interesados. Al igual que los infantes, los estudiantes universitarios debían acostumbrarse a estar hacinados y compartir las aulas y laboratorios que el rector del Instituto Industrial les había asignado, siendo inevitable que a la universidad le tomara más de un lustro tener su propio campo de estudios. Sin embargo, la coexistencia con los futuros bachilleres era un aliciente para que los universitarios los motivaran a continuar y complementar sus estudios vocacionales al optar por la profesionalización23.
Para evitar sufrir los juicios acostumbrados contra los liberales y sus «empresas descabelladas», que era inevitable que culminaran con el fiasco y el fracaso por falta de orientación y método desde el inicio, los articulistas de Vanguardia Liberal advertían periódicamente a los santandereanos sobre la desidia y el atraso en las obras que debían emprender con eficacia las autoridades políticas del régimen conservador en el poder. De tal modo, se libraban de responsabilidades y exaltaban las gestas de su República Liberal al denunciar que una década después de edificados, los mismos edificios que habían construido los liberales para la primera Facultad Industrial aún continuaban en pie y sin culminación24.
Con la franqueza y beligerancia acostumbradas, y en aras de alcanzar la «reconquista liberal» con el gaitanismo, al cuestionar otras dilaciones y falsedades publicadas en el periódico conservador El Siglo, de Bogotá, se pidió tanto a los lectores de Vanguardia Liberal como de El Tiempo, quienes conocían las minucias del proceso de creación de la Universidad Industrial desde hacía más de una década, no olvidar que:
La idea y el impulso de nuestra universidad industrial fueron obra del liberalismo en el gobierno. Y después de retirado este, lejos de tomar fuerza ese impulso como que ha descaecido. Ni se siguió la construcción de edificios que son indispensables para la apertura de los nuevos cursos en años venideros, ni la escogencia de profesores ha cumplido con el criterio de selección que animó a los gobernantes liberales, ni se ha continuado la planificación con el entusiasmo, el vigor y el método de los años anteriores. Mucho será que la hoy apenas naciente universidad no languidezca en manos de los conservadores25.
Esa falta de todo tipo de avance en la construcción de la ciudadela universitaria se reafirmó en el inventario de las obras arquitectónicas que engalanaban la década de progreso por la que pasaba Bucaramanga, siendo destacados únicamente los avances que el ciudadano desprevenido podía comprobar en cuanto a la construcción de los edificios que albergarían el Palacio de Justicia, la compañía de seguros o el Banco de Bogotá, a la par de nuevas construcciones residenciales, teatros y circos modernos, chalets y almacenes iluminados en sus fachadas. Los cuales rompían con la tradicional monotonía que caracterizaba el urbanismo mercantil de la ciudad capital26.
Tal atraso motivó a los periodistas liberales a protestar al conmemorarse cada aniversario de inicio de las actividades de la Universidad Industrial. Dedicaron sus esfuerzos editoriales a rememorar la muerte del último generalísimo liberal, fundador de la Universidad Libre y vecino ocasional de Bucaramanga o, en su defecto, el ascenso al poder del general caucano y gran reformador liberal de mediados del siglo XIX. Al cumplirse el primer trienio de actividades académicas, la situación de la universidad empeoró y Alejando Galvis desde su Vanguardia Liberal, consciente que «…fue obra del liberalismo y siempre encontró en esta casa sus más fieles abanderados y defensores», no se contuvo en escribir una soberbia columna de opinión «…con el ánimo de que se le dote mejor, para hacer las adquisiciones que aún faltan»27.
La UIS era la más grande aspiración y obra que Santander podía brindar a Colombia, pero los diputados del régimen conservador no habían sido tan generosos y visionarios como los liberales, quienes la habían dotado con un millón de pesos para su primer año de funcionamiento como Facultad Industrial. Este monto fue gradualmente reducido en el presupuesto departamental, a pesar de que la universidad era reconocida como «la primera entidad educativa del oriente colombiano», mientras tanto la burocracia crecía sin compadecerse con las limitadas rentas departamentales.
Para desdicha de los promotores políticos de la Universidad Industrial, las gestiones gubernamentales ante la Asamblea y el Congreso eran inútiles, y las condiciones de mejora no se evidenciaban. De allí que Alejandro Galvis Galvis, como decano del periodismo local y líder incuestionable del liberalismo en Santander exigiera y denunciara ante sus lectores:
…Creemos que el gobierno, debe solicitar del ministro de educación la apropiación de los dineros que son indispensables para empezar la construcción de los modernos locales que están prospectados dentro del plan general de la universidad. Por ahora funciona en un sitio estrecho en la carrera doce con calle 42. Las aulas son pequeñas, el sitio donde están colocados los laboratorios es muy reducido y el número de alumnos, por consiguiente, es escaso. Sabemos de muy buena fuente que la universidad no pudo crear cursos suplementarios, porque no había donde meter los alumnos. Eso de por sí es un síntoma peligroso, que de seguir prosperando puede recortar considerablemente las aspiraciones del pueblo santandereano28.
Los redactores liberales consideraban además que el gobierno departamental no se podía excusar a través de los periódicos conservadores29 locales (El Deber y El Frente) y nacionales (El Siglo) en la carencia de recursos o la reducción de los presupuestos a falta de ingresos si se consideraba el aumento en la producción y refinación del petróleo de Colombia, después de nacionalizarse los yacimientos y la producción petrolífera. Se esperaba que de esos ingresos de divisas en dólares se transfirieran a Santander lo que correspondía como el territorio de donde se extraía el hidrocarburo y se procesaban sus derivados30. Considerando lo informado por el periódico The New York Times, los integrantes de Vanguardia Liberal se preguntaban si la nacionalización petrolera tenía alguna «influencia práctica en el desarrollo del progreso seccional», y en particular, cómo fue que la ley de nacionalización petrolífera dispuso «...la distribución de la participación santandereana en obras públicas, educación e higiene»31.
La «Vanguardia» de los liberales
Los efectos de la presión y la denuncia de los medios de comunicación liberales se reflejaron al iniciarse las clases del quinto año de labores. Ya se contaba con la matrícula de doscientos estudiantes, un selecto grupo de profesores nacionales y extranjeros, becas universitarias y el justo nombramiento como rector de la UIS del profesor extranjero Julio Álvarez, quien había proyectado su creación, además de garantizar su funcionamiento siendo rector del Instituto Industrial. También se contaba con un presbítero capellán que formalizaba el inicio de cada año lectivo con una misa campal en el patio universitario, presidida por el rector y la reina soberana de los estudiantes, con toda su corte, quienes a su vez eran los encargados de organizar y promover durante los siguientes meses el torneo deportivo interclases, que integraba a los estudiantes de los diferentes años de formación ingenieril en competencias de futbol, básquet, voleibol y béisbol.
Si bien las partidas oficiales para su funcionamiento habían recuperado el 30 % de lo recortado para sus construcciones, «...en vista del notorio incremento que ha venido tomando el naciente instituto universitario», los articulistas de Vanguardia Liberal insistían en denunciar y reclamar mayores avances en la infraestructura, ante lo cual exigían:
…construcciones universitarias en condiciones favorables a la realización de una de las empresas arquitectónicas acaso más completas en su género de Sur América, la Universidad ha venido funcionando en locale, que, con la excepción de uno, no fueron hechos para ningún plantel docente32.
La terminación completa de los edificios de la uis era una de las obras fundamentales e inaplazables para el porvenir de Santander, a la par que la construcción de la carretera al mar, el ferrocarril hasta Bucaramanga, la pavimentación de la carretera a Barrancabermeja y un oleoducto que abasteciera directamente a Bucaramanga desde la capital petrolera, a orillas del río Magdalena. Era una necesidad apremiante que fue reafirmada por el propietario y director de Vanguardia Liberal, desde su condición de precandidato al Senado de la República sugirió que entre las peticiones que se debían hacer al Congreso y al Gobierno Nacional con motivo del centenario de la creación político-administrativa del territorio de Santander (1857-1957) estaban: la culminación del nuevo hospital, la defensa contra la erosión, la construcción de barrios para pobres, los servicios básicos para todos los municipios, la reconstrucción del aeropuerto, la creación de una biblioteca piloto, una colonia vacacional para niños pobres y, en especial, decretar una «mayor renta para el sostenimiento y ampliación de la Universidad Industrial de Santander y la creación de becas nacionales especiales que se denominen Centenario del Estado de Santander»33.
Esa petición a favor de los estudiantes más necesitados evidenciaba otro de los problemas de fondo de la UIS durante su primera década de existencia, la calidad y preparación académica de los bachilleres santandereanos para lograr que la universidad estuviese al nivel de otras universidades liberales y «quijotescas» de Colombia. Específicamente de la Universidad Externado, la Universidad Libre, la Universidad Republicana y la Universidad de Medellín, universidades cuyos estudiantes se caracterizaban por sobreponer con su esfuerzo académico el provecho personal para enfrentar con sus conocimientos los problemas y necesidades que vivenciaban, cumpliendo sus deberes sociales sin distinciones de raza, sexo o ideal, así como tenían el compromiso de alcanzar el mejoramiento general aprovechando los dones que el ambiente, el clima y el espacio les ofrecían34.
Los estudiantes universitarios sufrían la misma falta de espacio y silletería que las escuelas urbanas de Bucaramanga, pero no justificaba el rechazo en las matrículas, lo cual cuestionaba la autodenominación como urbe del progreso y la civilización de la República que le adjudicaban los gobernantes y periodistas. A diferencia de la educación básica, al preservarse el riguroso proceso de selección y matrícula, el número de bachilleres aptos o interesados en profesionalizarse empezó a ser reducido y cuestionado, ya que no se alcanzaba la calidad esperada en la educación secundaria del departamento. La circunstancia fue aprovechada por los articulistas liberales para enjuiciar la tarea de los directores conservadores de educación, quienes carecían de la visión progresista necesaria para articular la educación primaria y secundaria con las metas trazadas para la educación superior. Dichos funcionarios optaban por seguir promoviendo procesos formativos para afianzar los sectarismos, las tradiciones coloniales y las disputas partidistas desde las aulas escolares.
Desde la perspectiva de los estudiantes que opinaban a través de la prensa liberal, la calidad académica de los bachilleres era reflejo de la falta de suficientes planteles educativos que dieran cobertura a todos, el precio escandaloso de las pensiones en los colegios de mayor calidad y renombre y, en especial, la inutilidad de materias obligatorias o repetitivas en los últimos años de bachillerato. De allí que algunos de los futuros bachilleres recomendaran que:
…de 4º año en adelante, no se deben estudiar materias que no se relacionen con la profesión que se piensa seguir. En el caso de que la persona no desee continuar estudiando, sería conveniente ver las bases fundamentales del comercio y las finanzas35.
La petición reflejaba a su vez el desinterés y desconocimiento de los bachilleres santandereanos por las ingenierías de la Universidad Industrial, la falta de divulgación y motivación a cursar esas carreras por parte de las autoridades educativas que tenían incidencia entre los bachilleres técnico y reuniversitarios, el predominio y gusto por las materias vocacionales provinciales con énfasis en el comercio o las profesiones tradicionales, así como la prevención contra la oferta oficial que se hacía en educación superior y al solo poder estudiar lo que las universidades les ofrecían, anteponiéndose la conservación del cupo a la vocación profesional de los estudiantes36.
Otro sector de los estudiantes culpó a los ministros y directores de educación de su fracaso porque provocaban la inestabilidad en las materias y temas de estudio. Los funcionarios entrantes cambiaban arbitrariamente lo dispuesto, promovido por sus antecesores, en cuanto a la cantidad y calidad de cada pensum. Con lo cual, «…el fracaso de los bachilleres en las universidades lo hace prever y hasta profetizar»37.
El diagnóstico más realista provino del rector de la Universidad Nacional al informar a los medios de comunicación que, ante los resultados deficientes del examen de admisión, se evidenciaba una preparación superficial de los bachilleres, la cual estaba limitada solo a las lecciones impartidas en los colegios, así como su pobreza en el espíritu investigativo y el afán de superación personal, no alcanzándoles su «pragmatismo» para obtener o conservar sus cupos como universitarios. Estos juicios llevaron a la gradual extinción de las becas departamentales que se otorgaban para estudiar agronomía, química o arquitectura en la capital del país, así como al debilitamiento de la Universidad Nacional que desde sus orígenes había albergado estudiantes provenientes de toda Colombia38.
Con la creación de la Universidad Femenina en Bucaramanga, a la par de la conmemoración de la primera década de labores de la UIS, los recursos asignados para becas se redirigieron para apoyar la creación e inicio de labores de las Facultades de Bacteriología y Arquitectura, ampliando así la oferta de estudios superiores para las mujeres bachilleres. Y aunque pasaron por los mismos problemas de la Universidad Industrial, especialmente por la falta de planta física propia, soportaron restricciones confesionales adicionales de las monjas regentes del Colegio Nuestra Señora del Pilar al acatar su disciplina monacal a cambio del préstamo de sus aulas para la formación de las primeras santandereanas profesionales39.
Obtener un cupo y una beca en la Universidad Industrial requería entonces no solo superar el examen de admisión, también era necesario demostrar las condiciones de pobreza o la procedencia de provincias distantes; certificar la pertenencia y fidelidad al partido político que ejercía el control administrativo de la institución y, en el mejor de los casos, demostrar haber prestado el servicio militar, lo cual excluía al bachiller reservista de todo examen de admisión y una posición preferente para la adjudicación de estímulos40. Las becas de la UIS tenían además el atenuante de ser asignadas, despojadas o reasignadas a libre criterio por la Gobernación de Santander. Algunas fueron adjudicadas a los estudiantes necesitados en los primeros semestres, suspendidas cuando llegaban a los últimos semestres y adjudicadas finalmente por decreto a otros estudiantes de la misma institución que no tenían necesidad de «auxilios extraordinarios» para continuar sus estudios.
Sin desconocer la existencia de esas prácticas corruptas y sectarias, las directivas de la UIS no cesaron en su tarea de buscar los mejores bachilleres de Santander, Colombia y los países vecinos para hacer parte de la primera universidad industrial del país, sin modificar sus procedimientos de selección y admisión basados en los resultados académicos. Razón por la cual, al iniciar su cuarto año de labores se publicó, en la portada de la Vanguardia Liberal, una convocatoria pública que decía:
La Universidad Industrial de Santander se permite informar a las personas interesadas que está en capacidad de admitir como alumnos matriculados en el año preparatorio a todos aquellos bachilleres que hubieren presentado el examen de admisión. Asimismo, también informa que podrá recibir en calidad de asistentes todos aquellos aspirantes que así lo deseen. Estos aspirantes podrán habilitar el año preparatorio si en los exámenes de admisión correspondientes al año de 1953 obtienen nota igual o superior al 80% del máximo posible41.
La creación del programa de Bacteriología y Laboratorio Clínico de la Universidad Femenina de Santander sentó las bases de lo que sería la Facultad de Ciencias de la Salud al sumarse los programas en Fisioterapia, Nutrición, Medicina y Enfermería, incluso, Trabajo Social a la naciente División de Ciencias de la Salud con la que fue engalanada la segunda década de existencia de la uis. Esos pregrados profesionales para cumplir sus funciones de práctica y asistencia clínica fueron ubicados en un campus propio en el costado norte de la nueva sede del hospital de la ciudad, cuya razón social fue ampliada al ser concebido como campus de prácticas que requería ser reconocido y financiado como hospital universitario. La creación de ese campus externo sirvió como símbolo de la tercera década de servicios profesionales y aportes científicos de la UIS a la región42.
A la par del fomento de programas de formación profesional para las mujeres bachilleres de Santander en el sector económico de los servicios, los redactores y columnistas de los periódicos liberales reafirmaron su esperanza en la formación para la excelencia que debían caracterizar los programas profesionales del sector industrial. Insistían ante los gobernantes en la rápidaconstrucción de los edificios que requería la ciudad universitaria, la plena financiación de su personal administrativo y docente, la selección y otorgamiento de becas a los mejores bachilleres matriculados en la universidad; asimismo, hicieron presentes y exaltaron como logros propios del patriotismo y el civilismo santandereano y cada una de las ceremonias de sustentación y graduación de los ingenieros formados por la UIS, después de su primer quinquenio de actividades43.
Sumados a los actos religiosos y protocolarios de cada primera semana laboral de marzo, una de las actividades de inicio del nuevo año lectivo y conmemoración del inicio de labores de la universidad fue la dedicada a presentar en acto especial a las nuevas generaciones de ingenieros, quienes habían culminado sus estudios y proyectos durante el semestre anterior. Dando cuenta pública de las inversiones y gestiones gubernamentales a favor de la universidad, cada ceremonia de graduación la instalaban formalmente los integrantes del Consejo Directivo, conformado por los representantes de la gobernación en cabeza del Secretario de Educación (presidente del Consejo), el Rector como vicepresidente, y los representantes de los decanos, profesionales, estudiantes y demás asociaciones institucionales44, padres de familia, la sociedad de ingenieros, la industria y el comercio, la banca local, etc.
Previamente, los juradores calificadores y los presidentes de tesis de cada carrera de la facultad de ingeniería industrial disponían todo lo pertinente para escuchar la defensa teórica y práctica de cada uno de los trabajos de tesis presentados por los estudiantes que culminaban sus estudios. Mientras el público permanecía en silencio y expectante al funcionamiento de ese tribunal, se leían los conceptos de los presidentes, los calificadores emitían sus evaluaciones, se proclamaba un fallo, el rector procedía a tomar juramento al egresado y, finalmente, se hacía entrega del diploma universitario y la proclamación oficial como nuevo profesional para Santander.
Quedaba así en la memoria del público presente, las familias orgullosas de los logros pacifistas de sus hijos y en las crónicas de los periodistas presentes que cada proclamación de ingenieros en la UIS contribuía en la marcha del país hacia la superación de sus deficiencias en los ramos industriales, así como esos nuevos profesionales salían dispuestos «…a aplicar sus vastos conocimientos a la vida práctica. Sus tesis de grado representan valiosos trabajos que aportan nuevos renglones a la industria para su desarrollo»45.
Para los promotores y fundadores liberales de ese magno centro cultural de los santandereanos, después de una década de lucha política y mediática para su creación y otra más para su consolidación, al terminar de leer o escuchar las noticias matutinas sobre el cúmulo extraordinario de realizaciones de la UIS, quedaban con la satisfacción de saber que:
No está muy lejano el día en que no se pueda hablar de progreso industrial en Colombia sin suponer el progreso de la Universidad de Santander, ni hablar de progreso de la Universidad de Santander sin suponer el progreso industrial de Colombia46.
Conclusiones
Mario Galán Gómez y Alejandro Galvis Galvis, como gestores y defensores de la primera Universidad de Santander con carácter industrial, demostraron con sus proyectos y ejecuciones la relación necesaria multidireccional entre la visión de una clase dirigente liberal que promovía la industria nacional, sin dogmatismos ni sectarismos violentos, así como la autosuficiencia a partir del fomento de la «cultura técnica» y la demanda de ano de obra calificada por parte de las empresas nacionales y las nacientes industrias extractivas de minerales no metálicos. Lo cual estuvo aunado a la creciente demanda de ingenieros químicos, mecánicos, eléctricos y civiles para el desarrollo petroquímico, urbanístico, automotriz, energético y agroindustrial del nororiente de Colombia.
La Universidad Industrial de Santander (UIS) fue promovida y reclamada por los políticos e intelectuales europeístas que representaban la vanguardia política del departamento, a través de medios de comunicación masiva y presión socioeconómica, como el periódico Vanguardia Liberal. En solo una década de labores demostró los beneficios y amplias proyecciones que podían generar los proyectos y emprendimientos de sus egresados para el desarrollo industrial y el progreso socioeconómico de los Santandereanos. Asimismo, a través de diferentes artículos y editoriales fue promovida la convicción que la UIS había pasado de ser un sueño por promover la educación técnica a constituirse en la principal empresa pública del nororiente de Colombia, de santandereanos para santandereanos, y como tal, debía ser promovida, defendida y financiada por sus egresados.
Esa mano de obra calificada y altamente demandada de la UIS tanto en las ciudades industrializadas del interior del país como entre los países petrolíferos vecinos demostró además que la visión de una universidad con programas técnicos innovadores, a cargo de docentes europeos con la más alta formación científica y una amplia experticia en la industria aplicada, habían sido la mejor forma de afrontar la nacionalización del subsuelo y la inversión de las regalías petroleras en el departamento. La excelencia de los egresados en su desempeño laboral y gerencial sentó a su vez las bases del prestigio y respeto de la Universidad Industrial en el ámbito internacional, siendo reconocido por esos mismos profesionales que su éxito estaba directamente ligado con la formación especializada y la visión creativa que habían recibido desde la educación secundaria en establecimientos como la Escuela Industrial y, posteriormente, con las facultades mayores que conformaban el amplio campo de la ingeniería industrial europea promovida desde la UIS.
La nacionalización de los recursos naturales minerales y la constitución de industrias estatales como la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol), la central hidroeléctrica del Lebrija o Acerías Paz del Río conllevaron a la rápida absorción y protagonismo empresarial de los egresados de la UIS. Por su parte, los profesionales graduados de esta universidad pública tuvieron un alto compromiso por la defensa de la riqueza nacional y la redistribución de los ingresos entre la sociedad necesitada; la consolidación de profesiones alternativas, a través de la Universidad Femenina y la exigencia de mejoras e incrementos en los presupuestos para el funcionamiento de la universidad pública por parte de estudiantes regulares, organizados tanto en asociaciones beligerantes como en movimientos insurgentes.
Los promotores liberales de la educación técnica, quienes cada quinquenio promovieron innovaciones educativas diferentes como la Escuela Industrial, la Facultad Industrial y el Instituto Industrial y la Universidad Industrial, concibieron un proyecto en educación superior mediante el cual las generaciones que vivieron el centenario de existencia de la jurisdicción de Santander (1857-1957) podrían lograr un mejor y más productivo aprovechamiento de los recursos naturales del departamento, logrando así un desarrollo industrial muy intenso y ambicioso con el potencial energético en hidroelectricidad y energías fósiles.
El departamento de Santander fue visionado desde entonces como un territorio que al llegar a su centenario de existencia (1910-2010) podría lograr la reorientación de sus actividades productivas, la redistribución de las fuentes de riqueza para la sociedad en general y, en especial, la ruptura con los determinismos asociados con las actitudes tradicionalistas, conflictivas e individualistas propias del ethos de los santandereanos. En 2019, el periódico Vanguardia Liberal cumplió cien años de existencia, siendo exaltado por el Gobierno Nacional y las autoridades territoriales como una de las instituciones culturales y referentes del Patrimonio Cultural de Santander al igual que la UIS. Alejandro Galvis Galvis fue recordado como el promotor y defensor de la primera universidad pública de Santander: la Universidad Industrial de Santander, así como el fundador y mecenas de la primera universidad privada de la ciudad capital: la Universidad Autónoma de Bucaramanga47, como alternativa formativa a la politización de la UIS.
1 Docente investigador del Departamento de Estudios Sociohumanísticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB, Colombia; integrante de los grupos de investigación Dinámicas Sectoriales y TCP de la UNAB.
1 María Morales, Pedro Sanabria y Daniel Caballero, «Características de la vinculación Universidad-Entorno en la Universidad Nacional de Colombia», Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión 23, n.º 1 (2015): 189-208.
2 Héctor Hernández, «Antecedentes, hechos y consecuencias del 9 de abril de 1948 en Bucaramanga y su área de influencia: Floridablanca, Piedecuesta y Girón» (trabajo de grado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 1995).
3 Álvaro Acevedo y John Correa, Tinta Roja. Prensa, política y educación en la República Liberal (1930-1946), (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016).
4 Omar Suárez, «La violencia política tradicional en Piedecuesta 1930-1938» (trabajo de grado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 2002).
5 Laura Badillo, «La Unión Nacional. Enfrentamiento bipartidista desde los periódicos El Deber, El Frente y Vanguardia Liberal 1946-1949» (trabajo de grado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 2005).
6 Gabriel Galán, Mario Galán Gómez (Bucaramanga: Ediciones uis, 2011).
7 Alfonso Palacio Rudas, prólogo a Geografía Económica de Santander Tomo VIII: Santander, de Mario Galán Gómez (Bucaramanga: Contraloría General de la República; Imprenta Departamental de Santander, 1947), VII-VIII.
8 Universidad Industrial de Santander (UIS), «Orden UIS al mérito Guillermo Camacho Caro, Padre de la Ingeniería Industrial en Colombia», Cátedra Libre, n.º 140 (2011): 3-4.
9 Mario Galán Gómez, Geografía Económica de Santander Tomo VIII: Santander (Bucaramanga: Contraloría General de la República; Imprenta Departamental de Santander, 1947), 29.
10 Luis Pérez, Revoluciones tecno-educativas de los europeos «civilizadores» (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2014) 167-175.
11 Diario oficial n.º 24859 de 14 de enero de 1942, Decreto número 2294 de 1941, del 31 de diciembre, por el cual se reorganiza la enseñanza agrícola e industrial, https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-102847.html
12 Diario oficial n.º 26904 del 28 de diciembre de 1948, Ley 143 de 1948, del 23 de diciembre 23, por la cual se organiza la educación técnica, https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-103456.html
13 Universidad Industrial de Santander (UIS), «Memoria audiovisual UIS - uis 40 años, 1988», video de YouTube, 29:54, publicado el 30 de mayo de 2014, acceso el 19 de diciembre de 2020, https://www.youtube.com/watch?v=FQD_sfgL4jw
14 Augusto Schroeder, «Memoria audiovisual UIS – La Universidad Industrial de Santander 1961», video de YouTube, 28:23, publicadoe el 7 de marzo de 2017, acceso el 19 de diciembre de 2020, https://www.youtube.com/watch?v=y2j2QSBRVHw
15 Alejandro Galvis, Memorias de un político centenarista (Bucaramanga: Vanguardia Liberal, 1981), Tomo I, 485.
16 Magdalena Perkowska, Historias Híbridas. La nueva novela histórica latinoamericana (1985-2000) ante las teorías posmodernas de la historia (Madrid, Iberoamericana, 2008), 45-105.
17 Luis Pérez, Narrativa, memoria y heroísmo empresarial (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2015), 103.
18 Pérez, Narrativa, memoria y heroísmo empresarial…, 171.
19 Vanguardia, «Los 70 años de la UIS». La Vanguardia, 9 de marzo de 2018, acceso el 15 de mayo de 2021, http://www.vanguardia.com/opinion/editorial/426849-los-70-anos-de-la-uis
20 Alejandro Galvis, «La Universidad Industrial», Vanguardia Liberal, 14 de marzo de 1948: 3.
21 Pérez, Narrativa, memoria y heroísmo empresarial…, 128-156.
22 Álvaro Acevedo, La UIS: historia de un proyecto técnico-científico (Bucaramanga: uis, Escuela de Historia, 1997).
23 Luis Serrano Gómez, Momentos de la Universidad de Santander (Bucaramanga, 1967).
24 Armando Gómez Ortiz y Claudia Cote de Sierra, Gestación y fundación de la Universidad Industrial de Santander (Bucaramanga: UIS, Escuela de Historia, 1996).
25 Alejandro Galvis, «La Universidad Industrial», Vanguardia Liberal, 14 de marzo de 1948: 3.
26 Ariel Díaz Osorio y Libardo León Guarín, Historia de una universidad del medio siglo: la UIS (Bucaramanga: uis, Escuela de Historia, 2008).
27 Alejandro Galvis, «La Universidad Industrial», Vanguardia Liberal, 2 de marzo de 1951: 3.
28 Galvis, «La Universidad Industrial», 1951.
29 Laura Badillo, «La Unión Nacional», 2005.
30 Armando Martínez Garnica, Universidad Industrial de Santander: 50 años. (Bucaramanga: UIS», 1998).
31 Galvis, «La Universidad Industrial», 1951.
32 Alejandro Galvis, «Se inician las tareas universitarias», Vanguardia Liberal, 4 de marzo de 1951: 3.
33 Alejandro Galvis, «Lo que el Dpto. de Santander debe pedir con ocasión del centenario», Vanguardia Liberal, 5 de marzo de 1957: 5.
34 Jaime Torres, Introducción a la historia de la ingeniería y de la educación en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002).
35 Felipe Serrano, «Problemas educacionales», Vanguardia Liberal, 1 de marzo de 1951: 7.
36 Rodolfo Low Maus, Memorias (Bucaramanga: UIS, Facultad de Ciencias Humanas, 2002).
37 Serrano, «Problemas educacionales».
38 Pérez, Narrativa, memoria y heroísmo empresarial…, 203-209.
39 Universidad Industrial de Santander, Historia de la Universidad (Bucaramanga: UIS, 2017), https://www.uis.edu.co/webUIS/es/acercaUis/02-19%20WEB_HistoriaUIS.pdf
40 Serafín Martínez y Johanna Delgado, «Sesenta años después», Revista Santander, n.º 8 (2008): 62-73.
41 Universidad Industrial de Santander, «Aviso público», Vanguardia Liberal, 1 de marzo de 1952: 1.
42 Álvaro Acevedo, «La UIS: Historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior», Revista Historia de la Educación Colombiana, n.º 1 (1998): 199-223.
43 Guillermo Camacho Caro, Cartas íntimas de un gerente. Lo importante es el hombre (Montreal: hec, 2000).
44 Reinaldo Suárez, Historia de la Universidad Industrial de Santander: Organismo externos a la institución (Bucaramanga: Departamento de Ciencias Sociales, UIS, 1990).
45 Próspero Rueda, «Seis ingenieros industriales se gradúan hoy en la universidad», Vanguardia Liberal, 3 de marzo de 1956: 1, 7.
46 Luis Peñuela, «Diez años de universidad», Vanguardia Liberal, 3 de marzo de 1959: 7.
47 Miguel Cuadros, «Alejandro Galvis Galvis: Un Santandereano excepcional», Vanguardia Liberal, 1 de septiembre de 2019.
Referencias
Fuentes primarias
Publicaciones periódicas
Diario oficial [Bogotá] 1942-1948.
Vanguardia liberal [Bucaramanga] 1948-1959.
Documentos impresos
Camacho Caro, Guillermo. Cartas íntimas de un gerente. Lo importante es el hombre. Montreal: hec, 2000.
Galán Gómez, Mario. Geografía Económica de Santander Tomo VIII: Santander. Bucaramanga: Contraloría General de la República; Imprenta Departamental de Santander, 1947.
Galvis, Alejandro. Memorias de un político centenarista. Bucaramanga: Vanguardia Liberal, 1981).
Low Maus, Rodolfo. Memorias. Bucaramanga: UIS, Facultad de Ciencias Humanas, 2002.
Palacio Rudas, Alfonso. Prólogo a Geografía Económica de Santander Tomo VIII: Santander, de Mario Galán Gómez. Bucaramanga: Contraloría General de la República; Imprenta Departamental de Santander, 1947.
Serrano Gómez, Luis. Momentos de la Universidad de Santander. Bucaramanga, 1967.
Fuentes secundarias
Acevedo, Álvaro. «La UIS: Historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior». Revista Historia de la Educación Colombiana, n.º 1 (1998): 199-223.
Acevedo, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico-científico. Bucaramanga: UIS, Escuela de Historia, 1997.
Acevedo, Álvaro y John Correa. Tinta Roja. Prensa, política y educación en la República Liberal (1930-1946). Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016.
Badillo, Laura. «La Unión Nacional. Enfrentamiento bipartidista desde los periódicos El Deber, El Frente y Vanguardia Liberal 1946-1949». Trabajo de grado en Historia. Universidad Industrial de Santander, 2005.
Díaz Osorio, Ariel y Libardo León Guarín. Historia de una universidad del medio siglo: la UIS. Bucaramanga: UIS, Escuela de Historia, 2008.
Galán, Gabriel. Mario Galán Gómez. Bucaramanga: Ediciones uis, 2011.
Gómez Ortiz, Armando y Claudia Cote de Sierra. Gestación y fundación de la Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga: UIS, Escuela de Historia, 1996.
Hernández, Héctor. «Antecedentes, hechos y consecuencias del 9 de abril de 1948 en Bucaramanga y su área de influencia: Floridablanca, Piedecuesta y Girón». Trabajo de grado en Historia. Universidad Industrial de Santander, 1995.
Martínez Garnica, Armando. Universidad Industrial de Santander: 50 años. Bucaramanga: UIS, 1998.
Martínez, Serafín y Johanna Delgado. «Sesenta años después». Revista Santander, n.º 8 (2008): 62-73.
Morales, María, Pedro Sanabria y Daniel Caballero. «Características de la vinculación Universidad-Entorno en la Universidad Nacional de Colombia». Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión 23, n.º 1 (2015): 189-208.
Pérez, Luis. Narrativa, memoria y heroísmo empresarial. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2015.
Pérez, Luis. Revoluciones tecno-educativas de los europeos «civilizadores». Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2014.
Perkowska, Magdalena. Historias Híbridas. La nueva novela histórica latinoamericana (1985-2000) ante las teorías posmodernas de la historia. Madrid, Iberoamericana, 2008.
Schroeder, Augusto. «Memoria audiovisual UIS – La Universidad Industrial de Santander 1961». Video de YouTube, 28:23. Publicado el 7 de marzo de 2017. Acceso el 19 de diciembre de 2020. https://www.youtube.com/watch?v=y2j2QSBRVHw
Suárez, Omar. «La violencia política tradicional en Piedecuesta 1930-1938». Trabajo de grado en Historia. Universidad Industrial de Santander, 2002.
Suárez, Reinaldo. Historia de la Universidad Industrial de Santander: Organismo externos a la institución. Bucaramanga: Departamento de Ciencias Sociales, UIS, 1990.
Torres, Jaime. Introducción a la historia de la ingeniería y de la educación en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002.
Universidad Industrial de Santander (UIS). «Orden UIS al mérito Guillermo Camacho Caro, Padre de la Ingeniería Industrial en Colombia». Cátedra Libre, n.º 140 (2011): 3-4.
Universidad Industrial de Santander, Historia de la Universidad (Bucaramanga: UIS, 2017). https://www.uis.edu.co/webUIS/es/acercaUis/02-19%20WEB_HistoriaUIS.pdf