PRESENTACIÓN
DOI: https://doi.org/10.22517/25392662.24755 - pp I-VI
Presentación
Res in extremum est adducta discrimen:
de libertate decernitur
Cicerón
Como es habitual, cada número de Ciencia Nueva lo abrimos con una presentación general que resume el contenido y comenta algunos acontecimientos de actualidad. Sin embargo, los tiempos que se viven al momento de poner en circulación el primer número del volumen 5 no son habituales, plantean un reto tanto a la sociedad colombiana como a las publicaciones de esta naturaleza que buscan establecer una reflexión desde la historia y la política, dos áreas del conocimiento llamadas a interpretar lo que los medios masivos de comunicación han denominado el «estallido social» en Colombia y que solo el tiempo nos permitirá interpretar realmente el rumbo hacia el cual nos conducirá. Por lo tanto, se hace inevitable enmarcar esta presentación en la coyuntura que vivimos.
El inicio de la segunda década del siglo XXI pasará a la historia como el momento en el que la humanidad entera quedó sorprendida por una pandemia de proporciones insospechadas. Aunque el inicio de 2021 representó cierta esperanza de recuperar lo que se había perdido en 2020, no ha sido así. Deudas pasadas y complejas circunstancias que han aquejado a Colombia por décadas produjeron una movilización ciudadana que se inició a finales de abril y que aún no concluye. Esta circunstancia de algún modo desnudó lo que somos como sociedad. Hemos presenciado en directo, gracias a las redes sociales, cualquier tipo de atropellos y atrocidades que ponen de presente la miseria humana, pero también hemos visto florecer la esperanza en los procesos de organización ciudadana, de solidaridad y sobre todo la paulatina asimilación de una conciencia política en los actores sociales, fundamentalmente los más jóvenes. También hemos visto que los sectores de la dirigencia nacional y local, la llamada «clase política», en su afán por calcular los resultados electorales del próximo año no han sabido interpretar lo que pasa.
Desde nuestra perspectiva, lo que ocurre no puede ser de modo alguno visto a corto plazo, ni para entenderlo ni para buscar una salida. Hannah Arendt decía que las acciones de los hombres pueden tener noble intención, pero no sabemos en dónde puedan desembocar. Es necesario recordar que toda coyuntura en la historia ha puesto a prueba la habilidad para anticiparse a lo que la filósofa alemana veía como las consecuencias insospechadas. Igualmente, toda construcción social cambia, se transforma y desaparece. Aun así, han prevalecido en occidente unos valores que impulsan la lucha de muchos seres humanos. Cuando Cicerón planteó ante el foro romano que no solo se hundía la república, sino que estaba en riesgo la propia noción de «libertad», un asunto mucho más sagrado que había sido por siglos la razón de la existencia de los ciudadanos transmitió un ideal construido históricamente y que ha prevalecido como un valor a lo largo de la historia. El resultado, la consciencia histórica, construida y reconstruida una vez más por los pueblos que la viven, la asumen como propia y, en ocasiones, buscan cambiarla.
Como revista académica nuestro rol debe servir a la coyuntura para abrir un espacio a la experimentación, a la búsqueda de plantear ideas, propuestas, explicaciones de la realidad social, y también para dejar testimonio de esta y otras épocas, así como para la validación del conocimiento. ¿Será ambicioso considerar que creamos consciencia histórica? Lo cierto es que estamos convencidos de que nuestro trabajo continuo significa un aporte a la comunidad local y, por ende, a la sociedad. Esto, lo decimos siendo conscientes de las lógicas que imperan sobre la medición de productos científicos y que hoy por hoy se han convertido en una barrera para impactar de manera directa en las comunidades locales. Mientras el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación define como uno de los criterios más relevantes la circulación social del conocimiento, a través de su agencia Publindex se imponen a las revistas académicas parámetros que hacen imposible conservar memorias y miradas no especializadas de los actores sociales, aquellas miradas que no están en los círculos del saber, que solo se comunican en lengua inglesa y que se preocupan específicamente por construir, tal vez de manera empírica, su propia historia.
En una columna reciente de opinión del diario El Espectador1, el rector de la Universidad Pedagógica Nacional, Leonardo Fabio Martínez Pérez, expresa que los modelos de medición impulsados desde Minciencias evidencian la falta de reconocimiento a los trabajos realizados por equipos académicos de las revistas locales. Por ejemplo, mientras en 2014 había 523 revistas clasificadas por Publindex, en 2016 bajaron a 246 y en 2018 quedaron 275, de las cuales solo 3 alcanzaron la categoría A1 y 10 la categoría A2. Adicionalmente, añade el columnista rector, que si se compara la clasificación que existía en 2014 con la actual, la reducción es cercana al 50 %, y si se revisan aquellas revistas que estaban en A1 y A2, la reducción es del 93 %. Por su parte, estos estrictos controles de medición no han repercutido en un mayor aporte al conocimiento, pues según cifras de 2018, Colombia solo contribuye con un 0,2 % a la producción mundial de ciencia.
A nuestro modo de ver, la consecuencia de las políticas de medición resulta una paradoja. Mientras las revistas deben corroborar la idoneidad y pertenencia de los autores a los circuitos académicos institucionales, quienes cumplen estas condiciones solo desean publicar en aquellas revistas de alto impacto o que al menos Publindex reconoce en categorías superiores a B. La razón es obvia, el trabajo de los autores científicos debe ser valorado y las instituciones a las que pertenecen solo lo reconocen si se encuentra en publicaciones acreditadas. Por otro lado, los autores de orden local que realizan trabajos que buscan contribuir de manera directa a sus comunidades y que están escritos en lengua vernácula no pueden ser aceptados en las revistas, incluso las no acreditadas, ya que si pretenden indexarse podrían ser castigadas por esta razón. La consecuencia por lo tanto es que no están siendo beneficiados ni los autores científicos, ni los autores locales con los modelos de medición. A lo que se suma que cada vez más las instituciones que avalan a las revistas encuentran menos razones para hacerlo,puesto que a ellas las miden por el impacto que tienen los autores o investigadores asociados a ella, y no propiamente sus publicaciones.
En medio de esta situación, Ciencia Nueva ha procurado conciliar ambos propósitos: ser una revista académica que cumple con los estándares de calidad científica, al tiempo que se preocupa por recuperar y reconocer el conocimiento que emana de las comunidades locales. Podríamos decir que hemos asumido este empeño como un objetivo misional de nuestra revista, el cual está representado en el presente número a través del dossier: «Prácticas públicas de la historia. Contextos locales, diálogos globales», y también en el reconocimiento que deseamos hacerle a uno de los autores de historia local y regional del centro occidente colombiano más destacado de las últimas décadas, nuestro querido amigo, Ricardo de los Ríos Tobón, cuya desaparición este año dejó un enorme vacío.
Y es que el presente número no solo ha sido el resultado de la consolidación de un arduo trabajo de varios años cumpliendo las exigencias de calidad requeridas para una publicación científica que ha repercutido en el considerable aumento de contribuciones que nos llegan desde distintas regiones del mundo, también se trata de una ponderada reflexión en torno a las lógicas que como veníamos diciendo se han impuesto y determinan en buena medida lo que circula en las plataformas de divulgación académica. Por ello, nuestro editor invitado en la coordinación del dossier, Sebastián Vargas Álvarez, presenta en la introducción al monográfico de la revista una oportuna definición sobre la noción de «prácticas públicas de la historia». En ella, se pregunta sobre el rol que debemos tener los historiadores dentro de estas prácticas, para lo cual aporta dos respuestas que confluyen en una idea central planteada por Josep Fontana: «Implicarnos en los problemas de nuestro tiempo».
En el sentido anterior, el lector encontrará en el presente número de Ciencia Nueva, un esfuerzo colectivo por estudiar la historia desde nuestra comunidad local de la Maestría en Historia de la Universidad Tecnológica de Pereira, en diálogo con otras latitudes, nacionales e internacionales. Consideramos que el objetivo principal que nos hemos propuesto en la revista se cumplió a total cabalidad en el presente número y nos sentimos agradecidos y orgullosos al mismo tiempo de haberlo logrado. En todas las secciones existe este diálogo y, desde las disciplinas de la historia y la ciencia política, los autores se involucraron en posibilitar un mejor entendimiento de la realidad social que nos acontece.
La sección Estudios Históricos cuenta con cuatro artículos. El primero de ellos, «Santa Librada, de los partos difíciles a la Independencia de Cundinamarca», de Abel Fernando Martínez y Andrés Otálora, presenta una mirada a la práctica social que relacionó taumaturgia y política en Colombia hasta la década del sesenta. Seguidamente, la sección cuenta con dos artículos que centran su atención en instituciones educativas, el primero de ellos «La Reforma Universitaria en la Institución Rosalina. El caso de la Universidad Autónoma de Sinaloa, 1966-1969», por Sergio Sánchez y Anderson Gil, observa los procesos históricos y transformaciones que tuvieron lugar en la Universidad de Sinaloa en el contexto del Manifiesto Limar y la Reforma de Córdoba. El segundo, «Defensa pública de una institución educativa. Debates entre políticos-periodistas sobre la Universidad Industrial de Santander (1948-1959)» por Luis Rubén Pérez, quien muestra con fuentes hemerográficas el papel que jugaron los sectores políticos para la creación del centro de educación superior más importante del oriente colombiano. Finalmente, la sección la cierra un artículo de historia reciente titulado «Incidencia de la apertura económica en las transformaciones sociales y económicas del municipio de Circasia 1991-2011» de autoría de José David Largo, quien presenta un estudio de caso, el de un municipio caficultor del Eje Cafetero colombiano, en el marco de las políticas económicas neoliberales.
Por su parte, la sección Ciencias Políticas cuenta con dos artículos. El primero de ellos es: «Paramilitarismo, suspensión constitucional y estado de excepción en la República de Haití, 1957-1986» por Francisco Manuel Silva, quien realiza una relevante contribución que posibilita una reflexión sobre el paramilitarismo en el Estado haitiano bajo la presidencia de François y Jean Claude Duvalier, gracias al cual, es posible entender la fractura que genera este fenómeno en las instituciones democráticas. El segundo artículo es «La cultura política y de participación en la República de Colombia» por Luis David Cruz, quien de manera panorámica y completa presenta aspectos fundamentales sobre la conformación de la cultura política colombiana.
Seguidamente, contamos con la sección dossier. Como ya se ha dicho, en esta ocasión la sección fue coordinada por Sebastián Vargas Álvarez con el título de «Prácticas públicas de la historia. Contextos locales, diálogos globales». Como doctor en Historia, investigador y actual director del programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, el profesor Sebastián Vargas ha desarrollado una trayectoria que le ha merecido un amplio reconocimiento como uno de los especialistas más destacados en historia pública en el país. En razón de ello, ha consolidado una obra en temáticas relacionadas con espacios y construcción de memoria, tales como identidades, monumentos, conmemoraciones y representaciones simbólicas erigidas desde diversas perspectivas. La visibilización que le ha dado el profesor Vargas a este campo historiográfico posibilitó la convocatoria de un importante número de expertos que desde diferentes lugares de América Latina enviaron contribuciones que fueron seleccionadas y evaluadas según su pertinencia y el cumplimiento de los estándares de calidad. La sección dossier ha sido el resultado de esta convocatoria, la cual incluye una introducción del editor invitado en la que desarrolla una reflexión sobre dicho campo que, a nuestro juicio, se convertirá en un documento de consulta o guía para todos los interesados en la historia pública y la noción de «prácticas públicas de la historia». Por esta razón, y por lo completa que resulta la introducción al dossier, no haremos en esta presentación una detallada descripción de los contenidos de este. Sin embargo, no podríamos dejar de mencionar a los autores que contribuyeron para que este dossier fuera posible, ellos son: Luis Fernando Contreras; Daniel Guzmán; Felipe Caro-Romero, Daniela Díaz-Benítez y Esteban Zapata-Wiesner; Augusto Machado Rocha; Horacio Miguel Hernán Zapata y Antonia Elizabet Portalis, y Valeria Miranda Gutiérrez y Edison Arley Vergara.
No queremos dejar pasar por alto que el dossier refleja a cabalidad el propósito que nos hemos trazado desde Ciencia Nueva respecto a los diálogos entre lo local y lo global. Los artículos provienen de diversos contextos regionales, pero parten de experiencias locales que se preocupan por aspectos pedagógicos, divulgación de prácticas discursivas, apropiación de narrativas históricas o construcción de nuevas memorias colectivas y creación de prácticas sociales de la historia. Por este motivo, vemos en cada artículo una contribución a las formas de hacer pública la historia y de aportar al debate global sobre como esta se ha ido transformando en los contextos globales contemporáneos. Que sirva esta breve descripción de invitación para que el lector se aproxime a la introducción, al dossier y a su contenido completo.
Para la sección Anales, en la que tradicionalmente compilamos documentos de inte- rés para la historia local y regional, hemos elaborado un espacio especial para el obituario de nuestro compañero y amigo el ingeniero electricista e historiador Ricardo de los Ríos Tobón quien falleció en la ciudad de Pereira el pasado 18 de marzo. En esta sección no solo se encuentra el perfil del historiador natural de Belén de Umbría (Risaralda) y que tanto le aportó a la historiografía del Eje Cafetero, sino que se cuenta con un artículo que él había preparado para el dossier de este número y que con mucho entusiasmo nos lo había anunciado desde el año pasado. El artículo lleva por título «Versos y “Monas”. Dos métodos no ortodoxos para enseñar la historia de Colombia». En él, el autor acudió a una de sus principales pasiones: interpretar los legados locales de enseñanza y transmisión de la historia. Sin proponérselo, Ricardo de los Ríos fue un practicante de historia pública en la región del Eje Cafetero. Realizó por décadas publicaciones en la prensa de Manizales y Pereira rescatando temas históricos y llevándolos a un público diverso. Uno de los trabajos que más lo enorgullecía es el cómic sobre la historia de Caldas que publicó en el diario La Patria de Manizales. Por esta, y otras obras que comentaremos en la sección de obituario, Ricardo de los Ríos se hizo merecedor del título honoris causa de magíster en Historia, pues había cursado todos los semestres de esta maestría y fue asiduo colaborador de ella, por ejemplo, como representante de los estudiantes al Comité Curricular.Publicamos el discurso que dio al recibir el título, el cual fue tal vez uno de sus últimos textos escritos, así como uno de los más emotivos. Finalmente, publicamos la entrevista que le realizaron Edwin López y Cristian Cardona en la que se muestra el interés profundo que tenía el historiador local por comunicar y promover la historia en el ámbito regional, que además de varias hidroeléctricas a nivel nacional, fue su mayor legado.
Para cerrar este nutrido número, que estamos seguros les interesará a los lectores por la calidad de su contenido, contamos con la reseña elaborada por Yezid David Sequeda del libro Urdimbre de la imagen. Aportes para la enseñanza de la historia de Carlos A. Flórez López. Bogotá: Uniediciones, 2020.
Nos queda por agradecer a todos los colaboradores que hicieron posible llegar al quinto año de Ciencia Nueva, pero muy especialmente a aquellos que trabajaron en el presente número. A los pares evaluadores quienes son la garantía de la calidad de la revista, a los autores por confiar en nuestro proyecto editorial, al equipo técnico y asistencia del Centro de Recursos Informáticos y Educativos CRIE, al Sello Editorial de la Universidad Tecnológica de Pereira en cabeza de Luis Miguel Vargas, cuyo apoyo ha sido fundamental para el mejoramiento del equipo editorial de la revista. De mismo modo, quiero agradecer muy especialmente al doctor Sebastián Vargas Álvarez por su contribución como editor invitado en el dossier,así como al resto del equipo editorial, Michael Stiven Valencia Villa como asistente del editor, Natalia García Mora como correctora de estilo y Ana Pearson como traductora y correctora de estilo en lengua inglesa, a todos ellos le debemos uno de los mejores números que ha publicado Ciencia Nueva. ¡Gracias por comprometerse en los problemas de nuestro tiempo! Esperamos que el contenido de este número sea del agrado y utilidad para nuestros lectores, que encuentren en él una luz para que, en estos tiempos convulsos, el conocimiento sea un camino hacia la libertad.
1 Leonardo Fabio Martínez Pérez, «¿Modelo de medición de Minciencias pretende incentivar la investigación?», El Espectador, 4 de junio de 2021, acceso el 15 de junio de 2021, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/leonardo-fabio-martinez-perez/modelo-de-medicion-de-minciencias-pretende-incentivar-la-investigacion/
El editor
Pereira, junio de 2021