HISTORIOGRAFÍA Y TEORÍA POLÍTICA
DOI: https://doi.org/10.22517/25392662.25686 - pp 159-180
Norbert Elias y la imaginación metodológica en la sociología histórica
Norbert Elias and the methodological imagination in historical sociology
Recibido: 23/08/2024
Aceptado: 18/11/2024
Publicado: 31/12/2024
Resumen
El artículo analiza las estrategias metodológicas aplicadas por Norbert Elias en el desarrollo de su sociología histórica y procesual. Se plantea que la obra de Elias abordó diferentes objetos de indagación, cada uno con sus particularidades temporales y dimensionales. Su imaginación sociológica se manifiesta en el uso innovador de fuentes, el énfasis en las cristalizaciones sociales y el uso estratégico de la comparación. Además, se resalta su constante preocupación por los conceptos, el anacronismo y la elección del lenguaje adecuado al momento de pensar procesos históricos que se anclan en interacciones sociales alejadas del presente.
Palabras clave: Norbert Elias, sociología histórica, metodología.
Abstract
This article explores the methodological versatility of Norbert Elias in constructing his historical and processual sociology. Through a detailed analysis of his work, it is evident that Elias could address a wide range of objects of study, each with its own temporal and dimensional particularities. His sociological imagination is manifested in the innovative use of sources, the conceptualization of social crystallizations, and the strategic use of comparison. Additionally, his constant concern with concepts, the anachronism, and the choice of appropriate language when thinking about historical processes rooted in social interactions distant from the present is highlighted.
Keywords: INorbert Elias, historical sociology, methodology.
1. Introducción
El objetivo de este artículo es resaltar la práctica y el oficio de investigación sociológica desarrollado por Norbert Elias (1897-1990). La idea que guía la reflexión es que más allá de sus grandes aportes al estudio de objetos como el Estado, el poder cortesano, los equilibrios de poder, el deporte o la cultura, encontramos en Elias una gran imaginación para afrontar los retos metodológicos que supone la investigación desde la sociología histórica, específicamente una de corte procesual.
Por lo general las principales discusiones en torno a la sociología histórica se concentran en las disputas disciplinares entre la historia y la sociología, cuestiones analíticas sobre el tiempo y la duración, las nociones de cambio y transformación social, entre otras. Pocas veces existe una reflexión sobre los métodos, técnicas y estrategias de investigación empírica que se aplican en esta perspectiva multidisciplinaria1.
Como relata el propio Elias, su trayectoria académica se caracterizó por una constante marginación en tanto que víctima de las guerras, especialmente de la Segunda Guerra Mundial, huyó a Alemania cuando iniciaba su carrera de la mano de profesores como Alfred Weber y Karl Mannheim2. Durante su vida trabajó en universidades de Ghana, Holanda y principalmente Inglaterra, y si bien hoy es ampliamente reconocido el aporte de Elias a las ciencias sociales, sus primeras obras tuvieron una tardía recepción, entre otras razones porque fueron escritas en el exilio y proponían una interpretación sobre las tendencias de largo plazo del autocontrol individual y colectivo, justo en un momento donde se desarrollaba una guerra mundial. Libros como La sociedad cortesana (tesis doctoral escrita en los años treinta, publicada en los sesenta), o el monumental El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, tuvieron que esperar varias décadas para leerse de manera amplia en las universidades europeas3.
A pesar de estas condiciones, existe cada vez un mayor consenso en torno a que la obra de Elias fue uno de los primeros y más innovadores parteaguas con la tradición clásica de la sociología, una forma de pensar y abordar los objetos de investigación que superó esencialismos decimonónicos4. En la literatura en español hay amplios trabajos que hacen referencia a la gran capacidad que tuvo Norbert Elias para superar los dualismos entre individuo y sociedad, objetivo y subjetivo, en un contexto donde las dicotomías parecían ser el campo de batalla disciplinar5. Se resalta el papel de Elias como uno de los primeros precursores de lo que se puede considerar una perspectiva relacional, a partir de sus conceptos de figuración o tejido de interdependencias (con una clara influencia del pensamiento de Simmel y Mannheim)6. Igualmente, y como un elemento central que interesa subrayar, se reconoce el desarrollo de una prolífica sociología histórica7.
A pesar de este reconocimiento, son menos comunes los esfuerzos por resaltar la práctica o el oficio metodológico desarrollado en sus investigaciones, una reflexión en torno a estos elementos puede dar herramientas para pensar la aplicación de investigaciones desde una perspectiva histórico-procesual. Específicamente nos puede ayudar a responder: ¿Cómo hacer investigación de procesos sociales de amplio alcance sin claudicar en el reto de seguir un compromiso metodológico riguroso y sistemático de acercamiento a la realidad estudiada? En otro sentido: ¿Cómo nuestra concepción de lo que es la sociología histórica determina las estrategias para la aplicación del método y las técnicas de investigación empírica?
En su clásico libro Charles Wright Mills planteaba que «la imaginación sociológica» es la capacidad de ver el impacto de las fuerzas sociales en las vidas individuales, ofrecer conexiones críticas entre los individuos y los procesos sociales8. Esta imaginación solo se desarrolla, decía Mills, con un constante ejercicio de «artesanía intelectual», donde la práctica y la investigación se retroalimentan constantemente con la teoría. Sin duda, pocos/as sociólogos/ as de la primera mitad de siglo XX se acercaron con tanta destreza y claridad a esta capacidad como Norbert Elias. Más aún, pocos sociólogos o sociólogas lograron la vinculación entre lo individual y lo estructural, sin caer en dicotomías y desde una perspectiva histórica de procesos, pues una de las principales limitaciones de las investigaciones sociohistóricas es el excesivo énfasis en las transformaciones estructurales (que son el eje y núcleo de su existencia). Este énfasis suele disminuir la capacidad para entrelazar lo que Elias llamó las transformaciones «psicogenéticas» y «sociogenéticas», que permiten entender el cambio de una manera más articulada, fina y sin perder de vista las experiencias de los sujetos.
Mi análisis consta de tres momentos. Primero, planteo que la perspectiva teórico-metodológica de Elias es fundacional dentro de lo que denominamos sociología histórica. Subrayo que como condición necesaria de esta sociología se encuentra una lectura procesual de la realidad. Segundo, derivada de esta concepción procesual, reconstruyo algunas de las principales decisiones tomadas por Elias para llevar a cabo su investigación empírica. Me detengo en el uso que dio de las fuentes, su concepción como cristalizaciones de procesos y la necesidad constante de la comparación. Tercero, señalo la vigilancia ejercida sobre los conceptos, el lenguaje y el anacronismo en la sociología histórica, como parte de su arsenal de control metodológico para la investigación. Finalmente, recapitulo y extraigo las que considero son las principales lecciones para la investigación empírica desde la perspectiva sociológico procesual eliasiana.
2. Sobre la sociología histórica como una sociología procesual
En palabras de Elias, Comte y Marx, los desiguales fundadores de la sociología, desarrollaron teorías que hacían énfasis en la dimensión histórica de la realidad social (concentrados en el cambio)9. Igualmente, Tocqueville, Weber y Durkheim entendían que el estudio del pasado y el presente era propio de la ciencia de la sociedad. Sin embargo, a medida que la sociología se institucionalizó en las universidades, experimentó un énfasis por el estudio del orden, las estructuras y el presente, descuidando las pretensiones más abarcadoras sobre el cambio histórico- social10, por lo cual aún hoy la sociología histórica es un campo disciplinar atravesado por diversas disputas para su consolidación11.
La revitalización de la sociología histórica en la segunda mitad del siglo xx marcó un hito crucial en el desarrollo de esta disciplina. Un momento clave en este proceso fue la iniciativa para crear una sección especializada dentro de la Asociación Americana de Sociología, liderada por Theda Skocpol, Charles Tilly, Margaret Somers, Dietrich Rueschemeyer, Lynn Hunt, entre otras.
El principal trabajo de esta apuesta fue la publicación de Vision and Method in Historical Sociology en 198412. Tal obra colectiva destacó los referentes que constituirían por sí mismos una tradición, entre los que destacaban Marc Bloch, Karl Polanyi, S. N. Eisenstadt, Reinhard Bendix, Perry Anderson, E. P. Thompson, Charles Tilly, Immanuel Wallerstein y Barrington Moore. Dichos autores tenían en común la elaboración de investigaciones que buscaban explicaciones del cambio histórico-social desde perspectivas de mediana y larga duración, así como enfoques comparativos para el estudio de objetos como el capitalismo, el Estado y las revoluciones. Sin sorpresa, en este balance anglosajón no aparecía la figura de Norbert Elias, principalmente por la condición marginal de su obra durante gran parte del siglo XX y el desconocimiento de sus textos; las grandes obras de Elias se escribieron hacia finales de los años 30.
Ahora bien, siguiendo estos esfuerzos de reconstitución de la sociología histórica, hoy la concebimos como una perspectiva analítica que trasciende las fronteras disciplinarias. Su objetivo es superar la fragmentación institucionalizada del conocimiento, ofreciendo una visión integrada entre ámbitos y objetos de estudio de la realidad13. Desde la perspectiva de Elias no se trata de que los sociólogos o sociólogas se «desatrincheren» del presente para ir a «observar» el «pasado» como ese espacio sagrado que había sido separado solo para la historiografía, sino que se conciba el estudio de los fenómenos sociales de una manera procesual14. En otras palabras, antes que una superposición entre sociología e historia, la sociología histórica implica una perspectiva teórica y metodológica para el estudio de la realidad social que la concibe desde su dimensión histórica, de continuidad, cambio y transformación, de tal forma que no toda sociología ni historiografía es compatible con la apuesta por una sociología histórica.
El interés de Elias era el de desarrollar una forma de razonamiento científico social que permitiera entender que ningún objeto puede ser comprendido o explicado si no es como resultado de largos procesos de configuración. Existen muchas investigaciones históricas sobre fenómenos del pasado, ancladas en un momento o tiempo específico, pero que leen ese fenómeno desde un enfoque «presentista» (sincrónico), es decir, sin preguntarse por los procesos de configuración o cambio histórico de ese momento15. Entonces, lo procesual responde a una forma de problematizar los fenómenos sociales, más que a una cuestión exclusivamente de temporalidad.
Lo anterior es claro si tomamos en cuenta las principales discusiones planteadas en las obras tempranas de Elias. Por un lado, en La sociedad cortesana discutió con la tradición historiográfica dominante en su momento. Tanto los análisis voluntaristas propios de las historias de los «grandes hombres» como los estudios positivistas de la historiografía se aferraban a la narración de las fuentes y los hechos «tal cual ocurrieron»16. Por otro lado, en El proceso de la civilización discutió con los análisis sociológicos de corto plazo que naturalizaban y reducían la realidad a momentos o hechos y no comprendían los procesos de construcción de largo plazo, puesto que no acudían a la historización de los conceptos y los fenómenos observables17.
Observamos que en ambos casos contrapuso el análisis sociológico a las lecturas que se aferraban a un historicismo simple y propuso el análisis histórico para las lecturas que se limitaban al presente. El llamado de Elias era pues el de volver a retomar los caminos de la sociología como ciencia de procesos y transformaciones, que tuviera interés por comprender la realidad social en términos dinámicos y de desarrollo de larga duración18.
Con todo, la sociología histórica lo es entonces por su carácter procesual, no por su vinculación con el pasado, lo que naturalmente implica retos metodológicos. Este carácter procesual, desde la perspectiva eliasiana, tiene por lo menos tres fundamentos teóricos y epistemológicos.
El primer fundamento tiene que ver con la aceptación de que no existe una totalidad predeterminada o cerrada de lo social. La realidad social es siempre producto de procesos no planeados, relativamente abiertos, de interdependencia:
Pero las sociedades no poseen semejante forma; no poseen estructuras que podamos ver, oír o palpar directamente en el espacio. Son, vistas en conjunto, más o menos abiertas: como quiera que se miren, están abiertas en la esfera temporal, esto es, abiertas hacia el pasado y el futuro. Padres, hijos de padres, son seguidos por hijos; madres son seguidas por hijas. Es, de hecho, una corriente continua; un cambio, más lento o más rápido, de formas de organización y de formas de vida. Muy difícilmente puede la mirada encontrar aquí un punto fijo19.
Este carácter abierto y no determinado de las interdependencias sociales implica que, en cualquier momento, frente a cualquier objeto, debemos preguntarnos cómo fue posible que se configurara la forma social que observamos. Por eso el enfoque procesual pudo ser aplicado para analizar objetos tan variados como las estructuras de poder de la sociedad cortesana de Luis XIV20, los equilibrios de poder entre comunidades de un barrio inglés en el siglo XX21, las tensiones que experimentó Mozart en el circuito artístico aristocrático22, las transformaciones del deporte y el ocio en el proceso de autocontrol23, las transformaciones en las nociones del tiempo24, la percepción y apreciación del espacio privado y público25, entre otros. Lo central para Elias era entender estos fenómenos dentro de las corrientes de transformación no planeada de las interdependencias sociales, por ello planteó su teoría de la civilización como un marco explicativo sobre las transformaciones estructurales y personales de las sociedades europeas.
El segundo fundamento, poco señalado a pesar de la gran importancia que tuvo en la reflexión de Elias, es la crítica a lo que hoy llamaríamos el adultocentrismo epistemológico, vinculado de manera estrecha también a lo que Mannheim denominó el «problema de las generaciones»26. Elias insistió en varias partes de su obra en que la sociología suele tener un sesgo al pensar siempre a los sujetos de estudio como hombres en edad adulta y productiva. Específicamente en su ensayo «la civilización de los padres», donde reconstruyó la forma como se han visto los niños desde la Edad Media hasta el siglo XX, hizo un llamado a «redescubrir al niño y su autonomía relativa»27.
Según este postulado, es importante tener en cuenta los procesos de socialización de la infancia, no solo como un girar la mirada a la niñez, sino como una de las entradas teóricas que permitan entender la formación de personalidades, la reproducción y el cambio social:
«Sea cuales sean los antepasados del ser humano, por más que nos remontemos en el tiempo, siempre nos topamos con la nunca rota cadena de padres e hijos que, a su vez, se convierten en padres. Y, de hecho, si se oculta esto resulta imposible comprender cómo y por qué los seres humanos individuales están unidos unos con otros en una unidad mayor. Todo ser humano individual nace dentro de un grupo humano que existía antes que él. Más aún: todo ser humano individual posee una naturaleza tal, que para poder crecer necesita de otras personas que existían antes que él. Uno de los elementos fundamentales de la existencia humana es la coexistencia simultánea de varias personas relacionadas unas con otras»28.
Lo que puede ser una postura fácilmente aceptada en la sociología contemporánea, no lo era en la primera mitad de siglo XX, cuando aún no estaba tan establecido el diálogo entre psicología y sociología (mucho menos con las neurociencias). Elias tenía conocimiento de los desarrollos e investigaciones de la psicología y de antropología simbólica, permitiéndole entender la centralidad de los procesos de socialización. Es claro entonces el vínculo entre sus ideas de sociogénesis y psicogénesis con las propuestas que en su momento elaboraban autores como Jean Piaget en torno a la psicología o epistemología genética29. También se reflejó la influencia de la teoría de Freud, especialmente para el análisis de los procesos de autocontrol corporal y de la personalidad30; así como la lectura comparativa de sociedades que siguió a través de Levy-Bruhl31. De esta manera, Elias señalaba que:
Aquello que hemos calificado de «entrelazamiento», y, con ello, toda la relación entre individuo y sociedad nunca podrá ser comprendido mientras, como sucede hoy en día, la «sociedad » sea concebida esencialmente como una sociedad de adultos, de individuos «terminados » que nunca fueron niños y nunca morirán32.
Tal aclaración teórica tiene implicaciones para la investigación, pues poner el acento en este nivel de historicidad, específicamente el de la confluencia de generaciones, permite entender las tensiones entre la reproducción y el cambio33.
El tercer elemento que sustentó la perspectiva procesual es la puesta en el centro del análisis de las relaciones de interdependencia y poder, es decir, la tensión constante de configuración de las relaciones sociales. Este es un elemento muy importante pues a diferencia de muchas perspectivas sociológicas derivadas del giro fenomenológico o microsociológico34, Elias no perdió de vista el poder como un invariable constitutivo de la interacción social. Por ello insistió siempre en que «los equilibrios más o menos fluctuantes de poder constituyen un elemento integral de todas las relaciones humanas»35.
Los procesos de reproducción, cambio y transformación estructural y personal siempre están atravesados por las modificaciones de estos fluctuantes equilibrios. No se trataba de un acercamiento esencialista del poder:
…sean grandes o reducidos los diferenciales de poder, siempre hay equilibrios de poder allí donde existe una interdependencia funcional de hombres. La utilización de la palabra poder nos induce, en este sentido, fácilmente al error. Decimos que un hombre tiene mucho poder como si el poder fuese una cosa que uno pudiese llevar de aquí para allí en el bolsillo. Esta manera de hablar, en realidad, es un vestigio de ideas de carácter mágico-mítico. El poder no es un amuleto que uno posea y otro no; es una peculiaridad estructural de las relaciones humanas —de todas las relaciones humanas36.
Allí aparece la importancia teórica y metodológica del concepto de figuración, o configuración, como el entramado de interdependencias que dispone a los individuos socializados y mutuamente orientados, a partir de relaciones de cooperación y conflicto, de tensión y poder. Pero la figuración no es un concepto estático, sino un modelo analítico para acercarse a la realidad e investigar fenómenos de diferentes niveles. Una figuración se constituye tanto de interrelaciones simples entre dos o tres personas, como las figuraciones más complejas, que abarcan múltiples elementos en su constitución como serían los Estados nacionales. La figuración es un entramado dinámico de interdependencias sociales, un modelo cambiante que constituyen los jugadores —individuos— como totalidad, esto es, no solo con su intelecto sino con toda su persona, con todo su haber y todas sus omisiones mutuas37.
3. Estrategias metodológicas para la investigación procesual: fuentes, cristalizaciones y comparaciones
Contra dogmatismos metodológicos, Elias consideraba que el método está siempre condicionado por las características del objeto. Esta postura crítica frente al positivismo y universalismo metodológico se sintetizó con total claridad en su Sociología fundamental, cuando señalaba:
…todavía se sigue hablando en la teoría de la ciencia de «la» ciencia y «el» método científico, como si en realidad existiese sólo una ciencia y un método científico, presunción tan quimérica como aquella que pretendía que existe un remedio para todas las enfermedades38.
De esta postura se derivan dos consecuencias en el oficio sociológico: 1) el enfoque socio histórico y procesual debe superar las limitaciones del método empirista, adaptando el método y las metodologías a su objeto de indagación; 2) la relación con las fuentes y el material empírico está mediado por el enfoque analítico y responde a las posibilidades de estudio de cada objeto.
Las investigaciones de Elias sobre la sociedad cortesana, el proceso de la civilización o la vida de Mozart dejan claro el trabajo artesanal desarrollado para no desvincular las fuentes y el problema teórico, en indagaciones donde la temporalidad demanda acercarse a objetos del pasado desde un enfoque de procesos. No se trataba de ir a las fuentes como simples materiales de evidencia, sino de identificarlas como cristalizaciones culturales de los procesos, una idea claramente influida por el pensamiento de Simmel y Mannheim. Es decir, fenómenos que se podían documentar y que sintetizaban varias de las dimensiones de interdependencia de las configuraciones sociales en momentos específicos del tiempo.
Elias desplegó una gran imaginación sociológica y artesanía intelectual. Lo que le permitió mantener presente la necesidad de la vinculación de la observación con la apuesta teórica de la que derivaba. En este sentido, decidió retomar fuentes de manera estratégica. Entendió que es imposible acercarse a la realidad «tal cual ocurrió» y que su preocupación por los procesos (el proceso de la civilización, los comportamientos de etiqueta, la formación del Estado, los equilibrios de poder cortesanos, las experiencias artísticas, etc.) demandan la recopilación empírica de materiales que tengan una función ejemplificadora y sintetizadora del proceso y las dimensiones analíticas articuladas. De la misma manera, fue recurrente en la aplicación de un ejercicio comparativo desde las temporalidades y momentos para el desarrollo de la investigación.
3.1. Los libros de los buenos modales
En su obra más conocida, El proceso de la civilización, Elias eligió los libros sobre los buenos modales como cristalización de los procesos culturales, comparando su transformación en el tiempo para identificar los cambios en las actitudes individuales que reflejaban igualmente las transformaciones sociales. En sus palabras:
…estos libros nos ofrecen testimonios detallados del comportamiento humano especialmente en las costumbres de la mesa, testimonios siempre sobre la misma vertiente de la vida social y que han llegado hasta nosotros con escasas lagunas prácticamente desde el siglo XII hasta el siglo XIX o XX39.
En épocas del tiempo donde las fuentes son escasas o cuyo acercamiento demandaría trabajos de investigación empírica extensos y costosos, apelar a los manuales del buen comportamiento como libros de consejos tuvo importantes implicaciones metodológicas. Su selección estaba justificada no por el valor del «descubrimiento» de la fuente, sino por el planteamiento teórico y la pregunta de la que Elias partía. Por eso, luego de presentar los manuales, Elias subrayó:
Las citas que aquí se han reunido sirven como ilustración de un proceso real, de una transformación en el comportamiento de los propios individuos y se han escogido precisamente aquellas que se pueden considerar como típicas, cuando menos, de ciertos grupos o clases sociales. Ninguna persona aislada, ni siquiera una individualidad tan original como Erasmo, han inventado los «buenos modales» de su época40.
Con esto, identificaba una «tendencia muy concreta, una dirección determinada de desarrollo, si se presenta atención al conjunto del coro a lo largo de los siglos»41.
En la sección de los cambios en las actitudes frente a las necesidades naturales, Elias presentó evidencia que iba desde el siglo XV (presumiblemente) hasta el XVIII (1530, 1558, 1570, 1589, 1619, 1694, 1729, 1731, 1774, 1768), que reflejaban cambios en una tendencia de control de los cuerpos. Aquí resaltó, desde su explicación teórica, los escritos de Erasmo, como un punto «en la curva civilizatoria» pues planteaba por un lado un «avance» significativo en los límites de la vergüenza con relación al proceso anterior, pero aún estaba a mitad de camino en el trato de las necesidades naturales, «una tan falta de vergüenza que puede ser incomprensible a los hombres de nuestro tiempo e, incluso, hasta desagradable»42.
La investigación de Elias muestra cómo la centralización del individuo en la época medieval transformó la experiencia de emociones como la vergüenza y pudor. Si en principio estas emociones se experimentaban bajo el sentimiento de temor al castigo de los ángeles o seres sagrados, al aumentar el proceso de indiviudalización estas emociones se manifestaron en formas de autocoacción relacionada con la creciente conciencia tanto de la individualidad como de la exposición con «los otros»43.
Por ello, luego de la sección de análisis del desarrollo sociogenético y la configuración del Estado moderno, Elias pudo explicar que estos cambios estaban también asociados a las transformaciones que se vivían en las configuraciones sociales estructurales:
…el descubrimiento del cuerpo ante los demás fuera de ciertos enclaves estrictos se convierte en una infracción solo cuando desaparecen las diferencias estamentales, cuando la dependencia funcional de todos en relación con todos se hace más intensa y los hombres alcanzan un valor aproximadamente igual en la sociedad44.
No se trató de construir secciones de antecedentes históricos o caer en la obsesión genealógica de la búsqueda del origen de los comportamientos y coacciones individuales45. Esta aclaración, con una alta pertinencia metodológica, indica pues que de lo que se trata es de identificar los elementos estructurales que deben rastrearse en términos de proceso histórico, y que las fuentes útiles son aquellas que se puedan presentar comparativamente como cristalizaciones de esos procesos.
3.2. Planos habitacionales y ceremonias rituales
Uno de los ejemplos más claros de la imaginación metodológica de Norbert Elias se encuentra en su análisis de estructuras habitacionales en La sociedad cortesana (capítulo III). Planteó que una forma de analizar la configuración de interdependencias de la Corte, y por ende las propias estructuras de poder, era reconstruyendo las disposiciones habitacionales, pues en su distribución y usos internos se podía advertir las jerarquías y dependencias múltiples:
La expresión de una unidad social en el espacio, el tipo de su conformación del espacio es la representación de su especificidad palpable y —en sentido literal— visible. En este sentido, por tanto, el tipo de vivienda de los cortesanos permite también un acceso seguro y muy gráfico para la compresión de ciertas relaciones sociales, características de la sociedad cortesana46.
Por ejemplo, cuando analizó la estructura de los hotels o pálais de los cortesanos, Elias encontró tensiones entre las estructuras de las fincas rurales señoriales, pues sus dueños se movían con mayor claridad en el mundo rural a pesar de que eran habitantes urbanos, aunque era en la ciudad donde se daban las relaciones de reproducción de estatus. Las estructuras habitacionales le permitieron a Elias señalar cómo la movilidad de los cortesanos fue posible gracias a la amplia red de sirvientes, y que esta diferenciación del personal de servicios (maître d´hótel, garde-manger, chef dóffice, etc.) reflejaba las pretensiones, formación del gusto y la cultura doméstica de dicha sociedad.
A partir de allí, pudo explicar cómo esa aparente opulencia respondía también a las formas de estructuración funcional y de interdependencias que permitían la propia reproducción del poder de la Corte. La distancia entre capas en la misma distribución habitacional era «una expresión de la simultaneidad de constante cercanía espacial y permanente distancia social, de contacto íntimo en una capa y distanciamiento estricto en otra»47.
Otro ejemplo claro de la imaginación metodológica desarrollada por Elias, y que muestra su estrategia de observación de cristalizaciones culturales, se encuentra en el análisis de la ceremonia de «levantarse» de la cama (lever) del rey en La sociedad cortesana. Al respecto señalaba que las ceremonias en el dormitorio de Luis XIV eran muy conocidas, incluso hoy son objeto de muchas representaciones artísticas y cinematográficas. Sin embargo, más que conocerlas con un lente de curiosidad, le interesaba
…revivirlas paso por paso, de tal modo que sea posible hacer inteligibles, en ellas, la estructura y el funcionamiento de la configuración cortesana de la que son una parte, y, por lo tanto, también los caracteres y actitudes de los hombres que, entre sí, la forman y que son acuñados por ella48.
Describió con detenimiento los pasos de la ceremonia, destacando que eran muchas las personas involucradas, distinguidas por capas y momentos. Señaló seis grupos que cumplían funciones particulares, donde el vínculo no era solo con la familia cortesana sino con las diferentes capas estamentarias.
Elias hizo hincapié en la condición de «espera» mientras se realizaba el ritual de la Corte. Señaló que la exactitud de los tiempos y la ceremonia no se correspondían con una forma racional burguesa de medir el tiempo, sino a un tipo de organización donde todo tenía sentido (aunque sea demorado e irracional a nuestros ojos) a la luz de la lógica del prestigio como reflejo de las interdependencias y el poder en la Corte49.
Recordemos que el objetivo del sociólogo alemán era entender los cambios y transformaciones, de allí que también señalaba cómo estas formas de reproducción de estructuras de poder social particulares se fueron «relajando» con el paso del tiempo, dados los cambios que la sociedad experimentaba. Y si bien se mantuvieron los rituales de etiqueta incluso hasta la Revolución, tenían un efecto cohesionador cada vez menor y perdían paulatinamente ese segundo orden de significado (simbólico).
Los análisis de los rituales se complementaron, o triangularon, con otro tipo de fuentes como cartas, escritos y documentos de archivo. Elias entendió que los textos producidos por personajes históricos no tenían valor por sí mismos, sino que eran una fuente para el análisis desde la posición del escritor en la sociedad en que se inscribía. De esta manera se presentó el uso a lo largo de su obra de los textos del duque de Saint-Simon, como un aristócrata que no se inscribía por completo en la jerarquía de la sociedad cortesana francesa, pero en cuya letra encontraba muchos indicios de las formas como se estructuraban las interdependencias sociales.
A partir del análisis de estas fuentes, Elias conceptualizó como «mecanismo cortesano » a las competencias por las oportunidades de estatus y de poder que se reproducían rutinariamente al interior de la Corte y las ceremonias de prestigio. Las redes de interdependencia configuraban una relación de competencia por el estatus y el privilegio, quienes tenían una posición más alta la cuidaban y defendían frente a las capas medias de esta estructura y aquellos frente a quienes estaban fuera del circuito.
Esta figura del circuito y la competencia en la lógica de la sociedad cortesana muestra los equilibrios inestables o las tensiones permanentes que dieron forma a una red o campo de interacciones donde si bien existían jerarquías, la reproducción del poder se daba a través de diferentes grados de equilibrio desiguales50.
3.3. Testimonios y trayectorias
Hasta aquí se han señalado las decisiones tomadas por Elias para desarrollar investigaciones de fenómenos que se encuentran muy alejados temporalmente. Por su parte, la investigación que realizaron Elias y Scotson publicada en Establecidos y marginados, es un caso para entender de qué forma el enfoque de la sociología histórica procesual no se contraviene con lo que podríamos considerar a primera vista una «investigación del presente»51.
Allí realizaron un análisis de las relaciones de interdependencia y desigualdad de poder en la segunda mitad de siglo XX entre tres comunidades urbanas de un barrio obrero de Inglaterra (Wilson Parva). Hicieron una crítica a la lectura que trataba de homogenizar las prácticas de la «clase obrera», demostrando que más allá de compartir condiciones estructurales en un momento particular, la configuración histórica de esas comunidades era muy diferente, lo que generó procesos de identificación y cohesión específicos. A partir de la comprensión de las trayectorias históricas diferenciadas, explicaron los conflictos comunitarios que se presentaban bajo una lógica de «nosotros» y «ellos» en la misma zona urbana.
El oficio sociológico de Elias y Scotson se vio reflejado en el hecho de que, aplicando métodos y técnicas diversas como entrevistas a profundidad, observación participante, análisis de documentos oficiales, encuestas, estadísticas criminales y análisis espaciales, lograron leer críticamente la evidencia empírica a partir de su problematización teórica y procesual. Los fenómenos sociales no se podían abordar de manera adecuada como si se tratara de «un punto y tiempo específicos con estructuras que, por usar el lenguaje fílmico, tienen la forma de un “fotograma”». Tienen mayor cercanía con lo que se puede observar y conducir a explicaciones más completas, solo si se conciben como problemas de fenómenos con forma de procesos que participan en un movimiento en el tiempo»52.
El uso de los testimonios buscó superar el empiricismo, de allí que para Elias y Scotson fue importante entender las condiciones estructurales e históricas que permitieron que las apreciaciones subjetivas tomaran forma y cristalizaran en las maneras de ver el mundo. Tal advertencia iba de la mano con las observaciones que hicieron en su momento sobre el uso de técnicas estadísticas que buscan agregar «opiniones individuales»:
Tampoco podían explicarse mediante el supuesto usualmente implícito en el uso actual de los métodos estadísticos de que las actitudes y las creencias individuales que se encontraron, por ejemplo, durante las entrevistas se formaron por los individuos entrevistados, en primer lugar, de manera independiente de otros individuos, por así decirlo, en la tranquilidad de su torre de marfil, y habían entrado en contacto con las de otros sólo de forma secundaria. Aún menos factible en este contexto era otro de esos supuestos tácitos que subyacen a muchas investigaciones estadísticas sobre actitudes y opiniones: el supuesto de que el poder estaba distribuido de manera tan uniforme entre los individuos que cada uno de ellos era capaz de dar sus opiniones de manera independiente del pensamiento de los otros53.
La riqueza del material empírico está principalmente en el cuestionamiento teórico que se le realiza. Para ejemplificar basta con retomar el análisis que hicieron sobre el chisme al interior de las tres comunidades que presentaban dinámicas de conflicto. En las entrevistas los investigadores no indagaron abiertamente sobre el chisme, pero sus referencias aparecieron constantemente en los testimonios y posturas de los habitantes de las comunidades. La función del chisme siempre aparecía relacionada con las condiciones estructurales e históricas previamente identificadas, de allí que en cada comunidad cumpliera un papel diferente: «Quizá sería más adecuado decir que un grupo más integrado tiene mayores probabilidades de chismear libremente que uno que no esté tan integrado, y que en el primer caso el chisme refuerza la cohesión ya existente»54.
Aquí hay dos elementos metodológicos importantes para la investigación procesual. Primero, Elias y Scotson identificaron la función del chisme a partir de las condiciones histórico- estructurales de las comunidades o subcomunidades de la zona urbana que estudiaron, condiciones reconstruidas a partir de las trayectorias generacionales que dieron forma a cada subcomunidad urbana. Así, pudieron identificar por qué a pesar de ser barrios obreros cercanos tenían patrones de interacción tan diferentes, yendo de una cohesión alta a una menos estrecha.
En segundo lugar, Elias y Scotson utilizaron estratégicamente los testimonios y experiencias narradas por los habitantes de los barrios, así como el trabajo etnográfico para su interpretación como cristalización de procesos y condiciones sociales que les dieron forma. Esto se relaciona con lo que hemos señalado sobre el uso de los documentos históricos. Así, pudieron explicar la representación y autorepresentación de los grupos sociales, quienes naturalizaron la dicotomía identitaria entre «nosotros y «ellos»55, constitutiva de las relaciones de poder y desigualdad entre establecidos y marginados.
4. Los conceptos, el lenguaje y el anacronismo
Una vez planteados los elementos más importantes de lo que he denominado la imaginación metodológica de Norbert Elias, resaltaré su insistencia en vigilar el uso de los conceptos, el lenguaje y los posibles anacronismos.
En el inicio de El proceso de la civilización encontramos un cuestionamiento sobre el uso del lenguaje cotidiano y la transmisión de clasificaciones a partir de las cuales pensamos la realidad con conceptos como «civilización» y «cultura». Para ello reconstruyó las condiciones estructurales y sociales que marcaron diferencias en el desarrollo intelectual y la «autoconciencia » de las clases, influyendo directamente en la manera en que en Alemania y Francia se entendían ambos conceptos y, por ende, cómo eran utilizados para pensar el desarrollo de ambas sociedades56.
Este procedimiento era parte del ejercicio metodológico de historización y desnaturalización de las categorías con las que procedemos en la investigación. Para el caso de «civilización » y «cultura», advertía que historizar estas ideas permitía entender los efectos prácticos que tiene la reflexividad conceptual:
La civilización, a la que solemos considerar como una posesión, que se nos ofrece ya lista, como se nos aparece en principio, sin que tengamos que preguntarnos cómo hemos llegado hasta ella en realidad, es un proceso, o parte de un proceso en el que nos hallamos inmersos nosotros mismos. Todas aquellas particularidades que atribuimos a la civilización, esto es, máquinas, descubrimientos científicos, formas estatales, etc., etc., son testimonios de una cierta estructura de relaciones humanas, de la sociedad y de un cierto modo de organizar los comportamientos humanos. Lo que queda es preguntarse si la conciencia que reflexiona a posteriori puede acceder con alguna precisión al conocimiento de estas transformaciones del comportamiento y del proceso social de la «civilización» de los hombres, al menos para etapas concretas y en sus caracteres más esenciales57.
Para romper con el sentido común y la naturalización de las ideas de «cultura» y «civilización », Elias se concentraba en el análisis de las redes de interdependencias, sus condiciones estructurales y las transformaciones de la personalidad.
Junto al cuestionamiento de los conceptos con los que se estudiaba la civilización y la cultura, Elias insistió en ser reflexivos sobre el lenguaje con el que explicamos los fenómenos, así como en evitar interpretaciones sesgadas por nuestra posición. Estos elementos se vinculan con lo que Renán Silva explica que es el anacronismo histórico, es decir, una tendencia común de «universalizar ciertas formas sociales del presente, proyectándolas en el pasado —que es un equivalente del etnocentrismo criticado por los antropólogos—»58.
Las implicaciones del anacronismo para la investigación en la sociología histórica son muchas, especialmente si tenemos en cuenta que las pretensiones teóricas que caracterizan el lente sociológico pueden llevar a que conceptos que se construyeron en contextos específicos quieran forzarse para el análisis de épocas diferentes59. Una forma en que se materializa el anacronismo es justamente en el uso irreflexivo que se hacía en su momento de conceptos como el de «civilización» y «cultura».
Como señala Vera Weiler en la introducción de la segunda edición en español de La sociedad cortesana, una de las apuestas de la investigación de Elias era combatir las lecturas desde el tiempo presente llenas de valoraciones sobre contextos históricos pasados, que impedían interpretar y comprender las acciones humanas y su sentido en el contexto particular60. Más allá de que nos sean ajenas las prácticas, o que tengamos distancias morales sobre las mismas, las preguntas de investigación no pueden estar cargadas de tales valoraciones; es decir, no podemos, por ejemplo, cuestionar las prácticas cortesanas y aristocráticas desde el lente de las prácticas o el ethos burgués.
Estudiar la sociedad cortesana desde «la experiencia de los sujetos», le permitió a Elias distinguir lo que denominó la perspectiva del «ellos» y del «nosotros». Con esto buscaba no solo superar el anacronismo, sino también cualquier intento de análisis que desde la pretensión de «objetivación» descartara las experiencias y la forma como la estructura social toma sentido en las prácticas. De esta manera:
…se la contempla también tanto desde la perspectiva del «ellos» como desde la del «nosotros »: se la ve como configuración de hombres a los que uno se refiere con el término «ellos»; y, al mismo tiempo, se percibe la manera en que esos mismos hombres ven dicha configuración y se ven a sí mismos cuando dicen «nosotros»61.
A esta apuesta Elias la denominó como «sociología realista», en tanto no caía en las abstracciones de la dicotomía individuo-sociedad. Esta misma perspectiva realista estaría en contravía de un pretendido relativismo o universalismo:
En un método preponderantemente descriptivo de la investigación sociológica y también de la histórica, permanece uno en una perspectiva desde la cual los hombres de cuyo conocimiento uno se ocupa, sólo pueden ser considerados como hombres en tercera persona, como «él» o «ellos». Sólo cuando el investigador sigue adelante hasta ser capaz de percibir a los investigados como hombres semejantes a él, y penetra hasta el plano en el cual se le abre la propia experiencia, las perspectivas del yo-nosotros de los investigados puede acercarse más a una comprensión realista62.
Estas aclaraciones sobre los conceptos, el lenguaje y los anacronismos tienen mucho sentido si tenemos en cuenta que la preocupación de Elias era la de superar las dicotomías propias de las ciencias sociales de mitad de siglo XX. Incluso, en la crítica al lenguaje con el que se suelen explicar las comparaciones entre épocas históricas existe también un cuestionamiento al método de exposición. Decía Elias que cuando se analizan las transformaciones en términos de cantidad o cualidad podemos perder de vista cambios globales y estructurales que hacen de las relaciones de interdependencia formas nuevas que deben explicarse a partir de diferentes modelos, por ende difíciles de comparar desde el mismo patrón valorativo63.
5. Reflexiones finales
En este artículo he presentado un análisis sobre la imaginación metodológica aplicada por Norbert Elias en sus principales investigaciones. Sostuve que la concepción eliasiana de la sociología histórica es una que define su práctica como aquella guiada por el análisis procesual de la realidad, yendo más allá de una simple superposición entre sociología e historia.
La teoría central de Elias se concentró en lo que denominó «el proceso de civilización » en las sociedades europeas, caracterizado por una dinámica gradual de diferenciación y aumento de las interdependencias asociada a transformaciones en los patrones de comportamiento individual y de configuración de formaciones sociales estructurales. Sin embargo, su propuesta de una sociología procesual es útil más allá de este marco teórico64. Complementando la literatura que se detiene en rescatar los aspectos conceptuales de su propuesta, me centré en las decisiones prácticas tomadas por Elias en su trabajo de artesanía intelectual. Resalté cómo estas decisiones le permitieron solventar los retos que implican llevar a cabo indagaciones sobre procesos de largo plazo, o desde un enfoque de procesos, sin renunciar a tener rigurosidad metodológica y sistematicidad en la recopilación empírica.
Destaqué tres elementos que fundamentan la concepción de la sociología como una de corte procesual: a) el carácter abierto y no planeado de las interdependencias sociales; b) la crítica al adultocentrismo epistemológico; y c) la preeminencia del análisis de las relaciones de interdependencia y poder como constitutivas de los inestables equilibrios sociales. Siguiendo estos tres principios, todo fenómeno social debe entenderse desde enfoques de mediano y largo plazo, que desentrañen las dinámicas de formación histórica de los mismos.
A partir de esta definición apareció la pregunta: ¿Cómo proceder en la investigación empírica en el estudio de procesos socio históricos? Si bien en el caso de Norbert Elias no encontramos una reflexión sistemática sobre las decisiones en términos de métodos y técnicas de investigación, pude rastrear desde sus investigaciones el tipo de estrategias aplicadas para lograr sus objetivos. Aquí resalté su gran imaginación destacando un acercamiento estratégico a las fuentes, su lectura como cristalizaciones culturales de procesos que ejemplificaban cadenas de configuración y el reiterado ejercicio comparativo.
Puse como ejemplo la utilización de los manuales de comportamiento, el análisis de las estructuras habitacionales, los rituales, los documentos y escritos de hombres de la época. Estos fueron materiales empíricos que le permitieron a Elias sostener su teoría sobre el proceso de la civilización. De la misma manera, argumenté que el enfoque procesual concomitante a la sociología histórica eliasiana no se restringe al estudio de fenómenos «alejados en el tiempo», y señalé que puede aplicarse a objetos del «presente», retomando la indagación sobre las comunidades urbanas en Inglaterra a mitad de siglo XX. Aquí Elias se acercó al estudio de los equilibrios de poder entre las comunidades urbanas a través de entrevistas, etnografía, encuestas y otro tipo de técnicas, haciendo énfasis explicativo en las trayectorias históricas de configuración de dichas comunidades.
Finalmente, destaqué la vigilancia que realizó Elias sobre el uso de los conceptos, el lenguaje y la explícita precaución contra anacronismos históricos. Este control metodológico hace parte del oficio y la artesanía intelectual desarrollada por el sociólogo alemán, toda vez que permite recordar constantemente que las herramientas cognoscitivas con las que contamos son también producto de procesos sociohistóricos. Por lo cual, antes que una pretendida neutralidad y objetividad, podemos encontrar un adecuado equilibrio analítico en el ejercicio de historización de nuestras propias categorías y formas de pensar.
La sociología histórica abre múltiples oportunidades para la investigación y construcción teórica, pero, al mismo tiempo, implica grandes retos para que su puesta en práctica siga estándares de control y rigurosidad metodológica. La obra de Norbert Elias resalta por ser una propuesta innovadora y superadora de dualismos o esencialismos y también por estar construida sobre una consistente imaginación metodológica, misma que le permitió abordar de manera original y persuasiva objetos desde una perspectiva procesual. Recapitulando las estrategias implementadas por Elias podemos encontrar ejemplos y orientaciones para la realización de nuestras propias investigaciones, pues la mejor guía metodológica es siempre la que viene de aprender cómo se desarrollaron investigaciones desde enfoques que buscamos aplicar, en este caso, dentro del fructífero campo de la sociología histórica.
* Docente e investigador en la Unidad Académica de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Doctor en Investigación en Ciencias Sociales por la FLACSO - México
1 Carlos Charry, «Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia y la práctica de una nueva sociología histórica», Revista de Estudios Sociales n.o 60 (2017); Gérard Noiriel, Introducción a la sociohistoria (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2011).
2 Norbert Elias, Mi trayectoria intelectual (Barcelona: Ediciones Península, 1995).
3 La obra de Elias empezó a ser conocida de manera más amplia luego de recibir el premio Theodor Adorno en la ciudad de Frankfurt en 1977, y posteriormente el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Bielefeld en 1978. Hermann Korte, «Mirada sobre una larga vida. Norbert Elias y la teoría de la civilización», en La Civilización de los padres y otros ensayos, Norbert Elias, 31-56 (Bogotá: Norma, 1998).
4 Nina Baur y Stefanie Ernst, «Towards a process-oriented methodology: modern social science research methods and Norbert Elia`s figurational sociology», The Sociological Review 59, n.o 1 (2011); Eric Dunning. «‘Agency’ and ‘Structure’ in the Work of Norbert Elias», en Norbert Elias, ed por Eric Dunning y Stephen Mennell, 327-330 (London: SAGE, 2003); Stephen Mennell, Norbert Elias: an introduction (Dublin: University College Dublin Press, 1992).
5 Rafael Farfán, «La recepción de Norbert Elias en México: sociogénesis de una tradición de investigación social», Sociológica 23 no. 66 (2008); Vera Weiler, «Norbert Elias: una introducción», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 23 (1996); Gina Zabludovsky, Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología (México: Fondo de Cultura Económica, 2007).
6 Philippe Corcuff. «Introducción. De la herencia filosófica al programa relacionalista y al lenguaje constructivista», en Las nuevas sociologías. Principales corrientes y debates 1980-2010, Philippe Corcuff, 19-35 (Buenos Aires: Siglo xxi, 2015).
7 Ignasi Brunet y Antonio Morell, «Sociología e Historia: Norbert Elías y Pierre Bourdieu», Sociológica, n.o 4 (2001); Carlos Charry, «Norbert Elias y la sociología procesual. Reflexiones en torno a la Sociología y las Ciencias Sociales contemporáneas», en Enfoques y perspectivas sociológicas. Nuevas miradas desde la teoría sociológica, ed por Marco Vélez, 3-31 (Medellín: Universidad de Antioquia, 2013). Ramón Ramos Torre, «Del aprendiz de brujo a la escala reflexiva: el problema de la historia en la sociología de Norbert Elias», REIS. Revista Española de Investigaciones Sociológicas 4, n.o 5 (1999); Héctor Vera, «Por una sociología histórica del conocimiento», Sociología Histórica 1, n.o 1 (2012).
8 Charles Wright Mills, La imaginación sociológica (México: Fondo de Cultura Económica, 2003).
9 Norbert Elias, «Hacia una teoría de los procesos sociales», en La civilización de los padres y otros ensayos, por Norbert Elias (Bogotá: Norma, 1998), 139-198.
10 Elias, «Hacia una teoría de los procesos sociales»; Norbert Elias, «El atrincheramiento de los sociólogos en el presente», en La civilización de los padres y otros ensayos, Norbert Elias, (Bogotá: Norma, 1998), 249-290.
11 Charry, «Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia y la práctica de una nueva sociología histórica».
12 Theda Skocpol, Vision and Method in Historical Sociology (Cambridge: Cambridge University Press, 1984).
13 Immanuel Wallerstein, Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos (México: Siglo XXI, 1998).
14 Elias, «Hacia una teoría de los procesos sociales», 156.
15 Pierre Bourdieu y Roger Chartier, El sociólogo y el historiador (Madrid: Abada. 2011).
16 Su crítica muestra claramente las limitaciones del positivismo y empiricismo historiográfico que considera que es posible encontrar «la verdad» en «los hechos»: «aquello sobre lo que se escribe —el objeto de investigación—, no es ni falso ni verdadero; quizá sólo pueda serlo aquello que se escribe, el resultado del estudio» Norbert Elias, La sociedad cortesana (México: Fondo de Cultura Económica, 2012), 25.
17 En El proceso de la civilización, Elias mostró la manera en la cual desde el siglo XII se presentó en Europa todo un proceso de cambio. En primer lugar, de las estructuras de control de los seres humanos orientados en la larga duración hacia una diferenciación creciente y una mayor rigidez de los controles impulsivos y de comportamiento. En segundo lugar, cómo dichos cambios en la personalidad —psicogenéticos— se encuentran relacionados con un cambio de larga duración en las estructuras de la sociedad, donde se da una mayor diferenciación e integración tales como la configuración de los Estados modernos y los procesos de monopolización de la violencia y la economía —sociogenéticos. Norbert Elias, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas (México: Fondo de Cultura Económica, 1994).
18 Elias, «Hacia una teoría de los procesos sociales».
19 Norbert Elias, La sociedad de los individuos (Barcelona: Ediciones Península, 1990), 27.
20 Elias, La sociedad cortesana.
21 Elias y Scotson, Establecidos y marginados...
22 Norbert Elias, Mozart. Sociología de un genio (Barcelona: Ediciones Península, 1991).
23 Norbert Elias y Eric Norbert, Deporte y ocio en el proceso de la civilización (México: Fondo de Cultura Económica, 2015).
24 Norbert Elias, Sobre el tiempo (México: Fondo de Cultura Económica, 2010).
25 Norbert Elias. «¿L´Espace privé, o “Privatraum” o “espacio privado”?», en La civilización de los padres y otros ensayos, por Norbert Elias (Bogotá: Norma, 1998), 349-366.
26 La influencia de Karl Mannheim en el pensamiento de Elias es muy clara. Además de ser uno de sus primeros mentores, en su ensayo sobre las generaciones Mannheim propone entender los fenómenos sociales desde la metáfora de la composición, donde se cruzan diversas generaciones humanas, idea cercana a la de figuración e interdependencia. Karl Mannheim, «El problema de las generaciones», REIS. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n.o 62 (1993).
27 Norbert Elias, «La civilización de los padres», en La civilización de los padres y otros ensayos, por Norbert Elias (Bogotá: Norma, 1998),407-450.
28 Norbert Elias. La sociedad de los individuos, 36.
29 Norbert Elias, Sociología fundamental (Barcelona: Gedisa, 1999); Jean Piaget, Psicología y epistemología (México: Ariel, 1985).
30 Zabludovsky, Norbert Elias...
31 Vera Weiler, «Lucien Lévy-Bruhl visto por Norbert Elias», Revista Mexicana de Sociología 70, n.o 4 (2008).
32 Elias, La sociedad cortesana, 41.
33 Tal vez la investigación sobre Mozart sea una de las más claras al respecto, donde se señalaba el entramado de tensiones en que se inscribió la personalidad innovadora y disruptiva del músico en la corte, pero al tiempo se entendía su proceso de socialización e interacción, cargado de conflictos y frustraciones. Elias, Mozart…
34 Corcuff, «Introducción Introducción. De la herencia filosófica al programa relacionalista y al lenguaje constructivista».
35 Elias, Sociología fundamental, 87.
36 Elias, Sociología fundamental, 87.
37 Elias, La sociedad de los individuos, 155-158. «Todos estos cambios tienen su origen no en la naturaleza de las personas individuales, sino en la estructura de la convivencia de muchas personas. La historia es siempre la historia de una sociedad, pero, sin duda, de una sociedad de individuos», Elias, La sociedad de los individuos, 64.
38 Sociología fundamental, 64.
39 Elias, El proceso de la civilización…, 128. Subrayado propio.
40 Elias, El proceso de la civilización…, 144.
41 Elias, El proceso de la civilización…, 145. «No es nada fácil hacer claramente visible este movimiento, precisamente porque se produce de un modo tan lento e igual, paso a paso, y porque, además, presenta numerosas oscilaciones, con curvas grandes y pequeñas. Evidentemente, no será suficiente considerar por separado cada escalón en el que dispongamos de un documento que sea testimonio del grado de desarrollo de las costumbres y de los modales. Por el contrario, es preciso tratar de examinar el conjunto del movimiento o, por lo menos, una parte considerable del mismo, como si dispusiéramos de un catalizador. Es preciso juntar unas imágenes con otras para poder ver en su conjunto el proceso desde una perspectiva determinada, con el cambio paulatino de las formas de comportamiento, de la afectividad y con el avance de los límites de lo que se considera tolerable» Elias, El proceso de la civilización…, 128.
42 Elias, El proceso de la civilización…, 176.
43 Elias, El proceso de la civilización…, 150.
44 Elias, El proceso de la civilización…, 503.
45 «No es posible retrotraernos infinitamente en un proceso que carece de comienzo. Dondequiera que empecemos encontramos movimiento, encontramos algo que ha constituido un precedente. La investigación retrospectiva tiene que fijarse unos límites, a ser posible límites que se correspondan con fases del proceso real» Elias, El proceso de la civilización, 106.
46 Elias, La sociedad cortesana, 68.
47 Elias, La sociedad cortesana, 74.
48 Elias, La sociedad cortesana, 113.
49 Elias, La sociedad cortesana, 115.
50 «… Sólo mediante investigaciones comparativas que se interesen también por comprender las estructuras de poder y las escalas axiológicas desvalorizadas, puede uno esperar la adquisición de una imagen más clara de las que tienen una probabilidad de ser más duraderas y sólidas» Elias, La sociedad cortesana, 107.
51 Elias y Scotson, Establecidos…
52 Elias y Scotson, Establecidos…, 84.
53 Elias y Scotson, Establecidos…, 84.
54 Elias y Scotson, Establecidos…, 180.
55 Con respecto al chisme y dichas representaciones: «en los viejos grupos establecidos, en grupos donde los jóvenes –y quizá sus padres y los padres de sus padres- han absorbido esas creencias con los símbolos correspondientes de alabanza y abuso desde la niñez, las imágenes grupales positivas negativas de este tipo impregnan profundamente la imagen personal del individuo. La identidad colectiva y, como parte de ella, el orgullo colectivo y la aseveración del carisma de grupo ayudan a formar su identidad individual con base en su experiencia y en la de otras personas», Elias y Scotson, Establecidos, 185.
56 «El individuo se sirve de estos términos porque le parecen absolutamente evidentes y porque, desde pequeño, ha aprendido a ver el mundo a través de estos anteojos conceptuales […) en tanto las generaciones sucesivas creen encontrar en ellas el eco de sus propias experiencias» Elias, El proceso de la civilización…, 60.
57 Elias, El proceso de la civilización…, 105.
58 Renán Silva, «Del anacronismo en historia y en ciencias sociales», Historia Crítica 39 (2009), 280.
59 «Buena parte del anacronismo se relaciona con el desconocimiento de las dimensiones básicas de una sociedad -el tiempo, el espacio y el lenguaje ante todo-, lo que nos recuerda además que el anacronismo es el hermano gemelo del etnocentrismo que tanto aqueja a sociólogos y antropólogos y respecto del cual esas disciplinas han producido formas de control y de autoanálisis, que aseguran grados elevados de objetividad cuando se practican con rigor y de manera controlada, lo que no ha ocurrido de la misma forma en el campo de las ciencias históricas en donde los controles de objetividad, cuando se producen, se han limitado al aspecto puramente documental. Esto ha evitado el examen cuidadoso de la forma como el propio punto de vista crea el objeto, y la manera como la relación que con su objeto establece el historiador compromete buena parte de sus resultados». Silva, «Del anacronismo en historia y en ciencias sociales», 287.
60 «El método nos hace recordar aquello de que los hombres, a partir de las ruinas de edificaciones de épocas anteriores, construyen sus propias casas en el estilo de su tiempo» Elias, La sociedad cortesana, 27.
61 Elias, La sociedad cortesana, 87.
62 Elias, La sociedad cortesana, 261.
63 «Se puede intentar reflejarla mediante adjetivos comparativos, pero éstos dan fácilmente la impresión de que sólo se trata de una transformación relativa de cantidades. Ello responde en buena parte a que nuestros medios lingüísticos y conceptuales están poco desarrollados» Elias, La sociedad cortesana, 287.
64 Es importante reconocer las limitaciones de su propuesta analítica. Por una parte, existe una permanente carga evolucionista en su perspectiva, y si bien Elias trató de desmarcarse de estas críticas tratando de explicar que el proceso de la civilización puede estar caracterizado por avances y retrocesos, no es menos cierto que su preocupación por los cambios graduales en el comportamiento de las relaciones de interdependencia siempre enfatizó una dirección de estas dinámicas. Igualmente, podemos señalar el eurocentrismo en el núcleo de preocupación eliasiano, dejando de lado tanto la condición de estas sociedades en los procesos de colonización global, como las diferentes manifestaciones no occidentales de los desarrollos sociales. Una crítica importante en este sentido se encuentra en Jack Goody, El robo de la historia (Madrid: Akal, 2011).
Referencias
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